Esta semana ha estado marcada completamente por las novedades del Mobile World Congress, más allá de los titulares relacionados con la huelga de Metro de Barcelona y el enfado de los organizadores del evento. Se han presentado en realidad menos novedades de las que se esperaban, por no decir muy pocas, pero como siempre hay alguna destacable.

Samsung ha optado por ser continuista con el Galaxy S7, mejorando todos los aspectos que importan a los usuarios, incluida nueva interfaz que veremos cómo afecta al rendimiento de los teléfonos. Sony ha presentado una nueva gama Xperia X, y LG ha intentado innovar con su G5 modular. El mayor problema que le veo al de LG es que lleva a los módulos lo que bien podría haber incluido de serie el teléfono, y que por cierto con 149,4 mm de altura es muy grande, pero es lo que se lleva.

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Xiaomi tampoco se ha perdido el MWC con la presentación de dos teléfonos. El de gama alta, esperadísimo Mi 5, mejora enormemente en todos los aspectos incluido el de diseño. Con un Snapdragon 820 en dos versiones, a 1,8 GHz para la versión estándar y a 2,15 GHz para las versiones caras, la mayor pregunta es cuánto afectará al rendimiento de la versión descafeinada con respecto a la normal. Pero su precio, 1.999 yuanes (o unos 380 a 400 euros con impuestos y tasas de importación) lo hacen suficientemente atractivo. Por otro lado el Mi 4S es una renovación de la gama media en torno a los 320 euros que recuerda a los Xperia de Sony.

Por último, la llegada de una nueva versión beta de la prueba de rendimiento de DirectX 12 (que no conozco a nadie que lo juegue) Ashes of the Singularity ha arrojado cifras muy favorables a las tarjetas de AMD. El problema es que todo lo relacionado con DX12 está en beta, e incluso ante el revuelo que se ha montado Nvidia ha tenido que indicar que una característica clave todavía no está implementada en sus controladores beta de DX12. Mientras tanto, a la arquitectura Pascal se la espera a principios de junio.

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