Esta semana ha coincidido la puesta a la venta de dos productos de nueva generación de procesadores y tarjetas gráficas. Pero lamentablemente, ambos han causado la misma sensación de indiferencia por parte de los amantes de la tecnología, y por el mismo motivo: el precio al que llegan. Por un lado han llegado los tres primeros procesadores de 9.ª generación de Intel de sobremesa, y por otro la GeForce RTX 2070 de Nvidia.

Los tres procesadores de 9.ª generación vuelven a estar creados a 14 nm, con un proceso mejorado, y tienen una gran potencia. Pero los problemas de Intel para cubrir la demanda de sus procesadores ha hecho que lleguen a un precio desorbitado. Pagar 500 euros por un procesador de ocho núcleos físicos sin multihilo como es el Core i7-9700K es exagerado, y sobre todo cuando se tiene el Ryzen 7 2700X sobre los 340 euros de ocho núcleos con multihilo (dieciséis hilos). Su diferencia en juegos no será muy grande en la mayoría de los títulos, y se puede notar como siempre en las tarjetas gráficas más potentes al jugar a 144 Hz, no a 60 Hz. Por tanto, el único beneficiado en esta situación es AMD, que está aumentando cuota de mercado con cada día que pasa.

La tarjeta gráfica RTX 2070 de Nvidia, puesta en el mercado a través de varias decenas de modelos personalizados de sus socios, tiene el problema de las RTX 2080 y 2080 Ti. Sí, tiene mucha potencia, algo más que la GTX 1080, pero no hay contenido que aproveche su arquitectura pensada para el trazados de rayos o el suavizado DLSS. Por tanto, se puede ver como una versión cara de la GTX 1080, y por tanto bastante indeseable para comprar ahora mismo salvo que se tenga puestas las esperanzas en el futuro. Sin nada con lo que probar la tecnología RTX es difícil recomendarla, y por tanto Nvidia debería seguir vendiendo durante meses los chips gráficos Pascal de la pasada generación.

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