El culebrón de la potencial adquisición de Qualcomm por parte de Broadcom ha llegado a su fin antes de que fuera mucho más lejos, menos de seis meses después de iniciarse. Broadcom realizó una oferta inicial por Qualcomm, la cual fue rechazada, y tras otra oferta y contraoferta, Qualcomm estaba dispuesta a venderse a Broadcom por un precio a negociar y que considerara justo. Pese a los rumores de que Intel podría estar interesada en hacerse con Broadcom de haber salido adelante, Trump ha intervenido para dinamitar la potencial venta.

El presidente de los Estados Unidos ha utilizado su capacidad de veto en este tipo de compras de alto nivel para evitar la adquisición. Pero no por la posibilidad de que la fusión resultante sea mala para la competencia, sino por motivos de seguridad nacional. Trump y su administración entiende que el conglomerado de empresas de Broadcom reside en Singapur, y que pese a tener algunas como Broadcom Corporation residiendo en California, comprar la auténticamente californiana Qualcomm podría poner en riesgo la seguridad de los EE. UU. al poner en manos extranjeras el desarrollo de los chips de la compañía.

También prohíbe cualquier compra o acuerdo similar entre ambas empresas, de manera directa o indirecta, y rechaza la lista de quince candidatos a ser los directores elegidos de Qualcomm tras una fusión de este tipo, y por tanto tendrán que dar por finalizadas la conversaciones para esta venta, y tendrán que presentar una prueba de que han finalizado las negociaciones.

El motivo más importante por el que no se veía clara la compra de Qualcomm por parte de Broadcom era por la envergadura de la empresa resultante. Sin embargo, la decisión de vetarla por motivos de seguridad nacional le sorprenderá a más de un analista, aunque en realidad tiene bastante más lógica. Trump está tomando medidas proteccionistas con las que se está granjeando la enemistad de varios bloques comerciales —el de la Unión Europea incluido—, y esta medida cae dentro de ellas. No quiere perder puestos de trabajo en los EE. UU., y no quiere que una gran empresa caiga en manos extranjeras. El culebrón ha terminado en tan solo unos meses. Las agencias de inteligencia del país también han solicitado a los ciudadanos que no compren productos de Huawei y ZTE por considerarlos como métodos de espionaje del Gobierno chino.