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Elon Musk compró hace unas semanas el 9.2 % de las acciones de Twitter lo cual le aseguraba un puesto en el consejo de administración de la compañía. Había rumores de que esto allanaba el terreno para hacerse con el 50 % de las acciones y tener así el control de la empresa. Para entrar en el consejo le pidieron que rechazara hacerse con más del 14.9 % de la compañía. Inicialmente parecía que iba a aceptar, echando al traste los rumores de adquisición, pero finalmente Musk ha rechazado entrar en el consejo de administración.

Elon Musk ha optado por hacerse con una parte sustancial de Twitter, el 9.2 % de las acciones, y eso era evidente que le daría opción a un asiento en el consejo de administración de la compañía. Tras una negociación de varias semanas con los actuales miembros del consejo, le han aceptado en su seno con una sola condición: que no compre más del 14.9 % de las acciones de la compañía, o antes de que hayan pasado noventa días desde que abandone el consejo de administración.

La cuenta de Twitter de Elon Musk no suele dejar indiferente a nadie, ya se sea más progresista, conservador o se esté en esa zona difusa y que nadie comprende que es el centro. Los memes y comentarios que suelta de vez en cuando levantan ampollas y si algo le sobra a Twitter son ofendidos que patrullan en busca de gente que piense diferente a la que denunciar para ver si le chapan la cuenta. De vez en cuando lo consiguen, y es bien sabido que Twitter tiene un doble rasero a la hora de moderar los comentarios según tus ideas políticas. Por eso Elon Musk ha comprado el 9.2 % de las acciones del servicio de microblogueo para intentar arreglar las cosas.

Twitter es una de las empresas con un modelo de negocio de más difícil monetización, por no mencionar que es la más difícil de moderar. Porque en internet no todo se puede decir si eso significa saltarse las leyes de cada país, y por eso en la presentación de resultados del primer trimestre de 2019 el director general de la compañía, Jack Dorsey, ha indicado que las mejoras en las herramientas de moderación han tenido un efecto positivo en el servicio de microblogueo.

Twitter sigue siendo uno de esos extraños experimentos en internet que han tenido una alta repercusión pero que cada vez menos gente usa. Bueno, quizás no sea algo tan drástico, pero no está consiguiendo aumentar su número de usuarios de manera sustancial, y lleva estancado unos años. Los motivos son diversos: usuarios que se van por ser acosados; demasiados bulos; no gusta que la gente publique lo que hace a todas horas; y eso multiplícalo por cincuenta que sigues; y otros muchos motivos.

Poco a poco los gobiernos de medio mundo están estrechando el cerco al uso y almacenamiento que las empresas estadounidenses de servicios de Internet hacen de los datos de sus usuarios. Mientras que la Unión Europea es especialmente combativa, pero no es la única, ya que el gobierno ruso también está detrás de ellas, investigándolas por incumplir las leyes de este país.

Una de las principales características de Twitter es el algoritmo de recomendación de cuentas a seguir, las cuales pueden ser del interés del usuario. La compañía ha decidido dar un paso más, y a parte de recomendar a quién seguir, está probando un algoritmo para recomendar a quién dejar de seguir.

Para muchos usuarios y expertos en redes sociales, Twitter tiene un problema con sus políticas de uso, ya que consideran que las soluciones que tratan de poner para impedir los abusos de los usuarios son más un parche que medidas efectivas. Las medidas de la compañía no parecen ser capaces de combatir de forma eficaz los bulos y la incitación al odio por parte de algunos de los usuarios.

El presidente de los EE. UU., Donald Trump, tiene una gran afición por publicar tuits de todo tipo, incluso con lo primero que se le pasa por la cabeza. Sin embargo, siempre ha considerado que, pese a ser el presidente del Gobierno, su cuenta privada lo sigue siendo, y por tanto ha bloqueado a una gran cantidad de tuiteros que le han criticado o incluso insultado a través de la red de microblogueo. Algunos de esos tuiteros llevaron el año pasado a los tribunales ese bloqueo, alegando que iba en contra de la primera enmienda de la Constitución de los EE. UU., que defiende la libertad de expresión.

La seguridad es un problema y preocupación cada vez mayor para las compañías, quienes se pueden jugar su reputación y negocio si no reaccionan rápido ante los fallos propios o ante las amenazas externas. Twitter se ha convertido en uno de los mentideros favoritos del siglo XXI, aunque a mucha distancia de Facebook. Un fallo recientemente descubierto en la red social pone en peligro a sus 300 millones de usuarios.