China es un país en el que los derechos humanos brillan por su ausencia, y la situación en Hong Kong ha puesto en evidencia que el «un país, dos sistemas» no funciona. China quiere que la región especial sea una zona como otra cualquiera del país porque le tiene alergia a la democracia, pero sus habitantes han tomado las calles para evitarlo. Buena suerte, hongkoneses, porque estáis solos en el mundo.

En un momento en el que China puede incluso hacer desaparecer al director de la Interpol sin que ningún gobierno diga absolutamente nada, las empresas de países democráticos que hacen negocios en el país están en tela de juicio. Por mí se podían hundir todas en la miseria, pero lo que me parece poco razonable es que los empleados de ellas se quejen de hechos concretos y no de hacer negocios, en general, en China.

La situación que ha ocurrido en los últimos días es la siguiente. Blizzard estaba llevando a cabo el torneo más importante de HearthStone en el cual participaba el hongkonés de apodo Blitzchung, y no se resistió a hablar de lo que está ocurriendo en la región administrativa especial de Hong Kong. Lo cual, según los términos de participación en torneos de Blizzard, está expresamente prohibido porque ofendió al público chino que seguía el torneo.

Lo que dijo fue «¡Liberemos Hong Kong, es la revolución de nuestra era!» mientras se ponía una máscara de gas. Dejando a un lado el hecho de que obviamente una actuación política de este tipo iba a tener repercusiones en un torneo generalista, Blizzard le ha vetado durante un año de eventos deportivos y le ha dejado sin su premio en metálico, y ha borrado el vídeo de la final. Quizás tras cierta presión por parte de China.

Esto ha propiciado la ira de algunos políticos, como el senador Ron Wyden de los EE. UU., que ha dicho que «Blizzard demuestra que está dispuesta a humillarse para apaciguar al Partido Comunista de China. Ninguna empresa estadounidense debería censurar la libertad para ganar dinero fácil». Algo así como el motivo por el que Google sacó a su buscador de China hace más de una década —pero ahora quiere volver con él al país porque la pela es la pela.

Tampoco ha sentado bien a los empleados de Blizzard, ya que algunos han empezado a tuitear imágenes de su desacuerdo con la decisión de la compañía. Pero curiosamente, ningún empleado ha puesto jamás en tela de juicio el hacer negocios con un país que no respeta los derechos humanos y que es un comunismo o un engendro de capitalismo y comunismo, o de capitalismo y dictadura —no sé si alguien sabría cómo definirlo—. Lo cual supura una cierta hipocresía por su parte que me da náuseas —del cabreo que me entra—.

Sea como sea, creo que ni Blizzard ni ninguna otra empresa debería hacer negocios en China, pero una vez que los haces los empleados aceptan estar en una empresa que está sujeta a la censura del Gobierno chino. Eso está implícito con hacer negocios en el gigante asiático con el segundo mayor ejército del mundo, aunque su mayor ejército es el económico. Quejarse ahora es de puro postureo por parte de estos empleados.

Hacer declaraciones políticas en estos eventos deportivos está fuera de lugar, y de eso en España sabemos mucho. La decisión de Blizzard me parece acertada si además se recogía en las normas de participación de sus torneos, aunque apoyo totalmente a los habitantes de Hong Kong, que fueron dejados de lado por Margaret Thatcher en su momento, y Reino Unido es la responsable de su situación. Lo que deberían hacer los empleados de Blizzard es pedir a la empresa que deje de hacer negocios en China. Pero más de uno se iría a la calle, e igual eso ya no les gustaba tanto. Ese es el olor de la hipocresía del postureo.