Las compañías de electrónica están actualmente embarcadas en la empresa de hacer que el consumidor se enganche a los dispositivos corporales. La forma más fácil de hacerles llegar esta nueva categoría de producto es a través de los relojes inteligentes, pero es no es tan sencillo que los compren.

En el CES de Las Vegas de este año se ha visto una enorme cantidad de estos dispositivos, desde los más habituales relojes y pulseras de fitness, hasta calcetines para salir a correr. Pero los usuarios todavía los miran con recelo ya que les plantean más problemas a la hora de usarlos de los que resuelven.

Retos de los relojes inteligentes

Los relojes inteligentes están en ese punto en el que se ha hablado mucho de ellos, los hemos mirado con excepticismo después de un tiempo asimilando lo que aportan, y ahora los comenzamos a mirar con indiferencia. Los motivos son varios, y ayudan a establecer el marco en el que se mueve esta categoría de producto.

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Los problemas

Cuando queremos incluir en nuestras vidas un nuevo elemento del que vamos a depender, queremos que necesite la menos atención posible. El principal problema de los relojes inteligentes, y que no pasa desapercibido a nadie, es que en su mayoría necesitan recargarse a diario. Un reloj que no nos puede dar ni la hora tras estar 12 horas fuera de casa no nos sirve. Hay excepciones, como los relojes con pantalla de tinta electrónica (Pebble) y otros relojes para fitnes que pueden durar una semana.

Las compañías suelen decirnos que una de las principales ventajas de los relojes es así tendremos las notificaciones y el acceso a nuestro teléfono en la muñeca. Eso en realidad puede provocar dos problemas de usabilidad y educación (algo que se está perdiendo en la era de los smartphones).

Resulta terriblemente molesto que estés hablando con alguien, suene su móvil, y te deje de prestar atención por mirar a ver la notificación que le ha llegado. Si se pone encima a contestar el whatsapp, personalmente me disgusta. Es muy difícil mantener una conversación con una persona manteniendo su atención (fundamental en una comunicación) como para que encima le lleguen notificaciones a su muñeca y pase a estar mirándola constantemente. Si tiene el teléfono en el bolsillo, puede que hasta no lo saque para mirarlo.

La interfaz en sí de los relojes inteligentes es otro problema en sí. Por ejemplo LG nos mostraba su reloj con una aplicación para controlar un coche de Audi. Me ha parecido bien, en casos puntuales, pero, ¿de verdad confiaríamos en un reloj en vez de en nuestras llaves para abrir el coche?

Por lo que se ve en los vídeos, hay que ir navegando entre una serie de opciones en el menú hasta llegar al de abrir el coche. ¿No es más fácil sacar las llaves, que las llevamos a mano en el bolsillo, y darle al botón como toda la vida? No me veo dejando de hacer ciertas cosas "fisicamente" por hacerlas "digitalmente". Si la opción fuera que al acercarnos se nos muestra la opción de abrir, y al alejarnos la de cerrar, sería buena idea. Pero, ¿y si el usuario está cerca del coche y simplemente quiere enviar un mensaje? Ahí empiezan las idas y venidas con la interfaz.

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También existen problemas tecnológicos que las compañías deben resolver. Un caso de uso de los relojes inteligentes que Apple va a poner de moda es el de los pagos electrónicos. Desgraciadamente este punto sólo lo tiene bien resuelto Apple Pay, por la alta integración que hace de hardware y software. El resto de fabricantes lo van a tener realmente difícil el proporcionar una solución de pago seguro, que también dobla como sistema de autenticación.

Salvo la solución de Apple Watch, el resto de sistemas de autenticación requerirían una conexión continuada a Internet de, por ejemplo, un reloj y un coche (tienen que acceder a un servidor que valide la identidad de ambos), y eso en un parking subterráneo de un centro comercial sería un problema. En el caso de Apple, estando cerca del iPhone (con Touch ID configurado y dado de alta previamente contra los servidores de Apple tanto en el coche como en el reloj) confirmaría que el portador del reloj y el coche son quienes dicen ser, y por tanto no se necesitaría Internet para abrirlo.

Los relojes también poseen una dependencia de los teléfonos en el terreno de la conectividad. Motivado ante todo por sus pequeñas baterías, para lo cual tienen que delegar la conexión a Internet en los teléfonos. Tanto Wi-Fi como 3G, y otras tecnologías, consumen grandes cantidades de energía (en términos de dispositivos móviles) como para que las diminutas baterías de unos 300 mAh den para más de una hora de conectividad de datos. Por lo tanto no son un sustituto del teléfono (lo ideal) si no que son un complemento, y lleva a tener que portar ambos (y tenerlos recargados) todo el rato.

Esta dependencia que tienen los relojes inteligentes de los teléfonos no es ajena a los costes de desarrollo de un nuevo reloj. En torno a una tercera parte del coste de un teléfono van destinados a pagar las patentes relacionadas con las comunicaciones móviles (3G, LTE, etc), por lo que incluir este tipo de conectividad haría que en vez de costar en torno a los 200 euros pasaran a costar más de 300 (y casi 400). Si poca gente quiere ahora mismo un reloj inteligente por 200 euros, menos lo querrían por 400. O quizás sí, por que no hay una demanda real de este tipo de productos.

Otro problema que tienen los relojes inteligentes actualmente es que los fabricantes mayoritarios (los que apoya a Android Wear por un lado, y Apple por otro) han cerrado sus relojes a un único ecosistema. Esto evita que cualquier usuario de iPhone utilice un reloj Android Wear, o que alguien que le guste la variedad de diseño del Apple Watch utilice su teléfono Android. Este tipo de situaciones, en un sector que está dando sus primeros pasos, son terriblemente contraproducentes.

Por último, hay que tener en cuenta que son un complemento de ropa, y por tanto su aspecto es muy importante. La mayoría de los fabricantes se han centrado en sacar un único modelo de reloj, y ante las críticas de muchos potenciales compradores, están intentando lanzar nuevos modelos. Correas de metal, cuero, plástico. Distintos diseños. Pero son pocos y poco variados.Todos tienen en torno a los 10 a 12 mm de grosor, no sólo el Apple Watch, y pueden resultar en muchos casos un poco aparatosos, sobre todo si tenemos la muñeca pequeña. Si no nos gusta llevar la misma camiseta que la persona que tenemos en frente, tampoco querremos llevar el mismo reloj.

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Lo que aportan

Las ventajas de utilizar un reloj inteligente son varias, aunque estrechamente ligadas con sus desventajas y dependen enormemente del sistema operativo y de su hardware. Algunos contarán con GPS (pocos), otros tendrán NFC, y su funcionalidad dependerá del software de terceros.

Los desarrolladores están dándole vueltas continuamente a cómo adaptar sus aplicaciones a los relojes y que sean lo más útiles posibles para los usuarios. En muchos casos no lo consiguen, y se quedan simplemente en un intento de que sean útiles. Otros usos posibles que tienen es el de desbloquear automáticamente nuestro teléfono cuando estamos cerca de él, lo que evita tener que estar introduciendo el PIN de desbloqueo. Pero no es nada que no lo permitiera una etiqueta RFID y un teléfono con NFC.

Tener en la muñeca las notificaciones de nuestro teléfono es un punto a favor, por comodidad. Poder dictar mensajes de texto es otro punto a favor, aunque si nos salimos del lenguaje coloquial y nos metemos en apartados técnicos o mencionamos palabras en otros idiomas, eso nos puede llevar a que tengamos que corregir el mensaje, perdiendo un tiempo valioso. Pasa más a menudo de lo que parece.

Establecer alarmas, personalizar la esfera de reloj (he visto algún medio en español importante que usa el término watch face por desconocimiento, lo cual dice muy poco de su labor de investigación fundamental al hablar de tecnología), obtener direcciones hacia nuestro destino, ver las previsiones del tiempo, controlar el volumen de la música, realizar llamadas desde el teléfono... Son diversos casos de uso básicos que cualquier usuario actualmente esperaría obtener de su reloj inteligente. Y de su teléfono inteligente.

Pueden ser un elemento clave en la domótica y el avance del Internet de las cosas como dispositivo que controle todos los dispositivos de la casa. HomeKit de Apple es un ejemplo de lo que todavía está por explotar. La compra de Nest es la respuesta de Google es la apuesta de integrar la domótica en Android. Pero esto es materia para otro artículo. Sigamos con los relojes inteligentes.

Los sistemas operativos

Como en cualquier otro dispositivo inteligente, el sistema operativo o firmware que lleven incluidos es fundamental para operar. De cara al usuario es importante que proporcionen las funcionalidades básicas de un reloj (hora, cronómetro, etc), algunas funcionalidades "inteligentes" (notificaciones, contactos, incluso llamadas), y soporte para aplicaciones de terceros.

Este último es un punto fundamental, ya que sin un buen ecosistema de aplicaciones los usuarios pueden poner la mirada en sistemas más completos. O quizás no. En algunos casos es más recomendable proporcionar menos funcionalidades pero mejor que la competencia, que más funcionalidades y de menor uso para el portador del reloj.

Es otra forma de diferenciarse en un mercado en el que no está claro qué es lo que busca el potencial comprador en un reloj inteligente. Al fin y al cabo no llevan mucho en el mercado y no se han vendido lo suficiente como para poder establecer tendencias de compra en el consumidor.

Poner en el mercado una miriada de sistemas operativos diferentes y que tengan que adaptar sus aplicaciones a todos ellos, es un trabajo que pocos desarrolladores van a hacer, y se quedarán tan solo en los dos o tres que haya mayoritarios, como Android Wear, Tizen y es de esperar que iOS/Apple Watch (aunque quién sabe, igual Apple se mete el batacazo esta vez). Una excesiva oferta de sistemas es también contraproducente para el desarrollo de este sector.

Android Wear

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Google no podía quedarse al margen de los dispositivos corporales y por eso presentó el año pasado Android Wear. Es una versión optimizada de Android para estos dispositivos, y está mejorándolo poco a poco. La primera versión lanzada al mercado no contaba con GPS, y la reciente actualización añadió esa posibilidad para que los fabricantes creen dispositivos de fitness útiles para los que entrenan con frecuencia y puedan así dejar el teléfono en casa.

Sus mayores ventajas son la inclusión de Google Now y su sistema de tarjetas disponible en nuestra muñeca. Establecer recordatorios, obtener direcciones hasta nuestro destino, y otras funcionalidades que te puedes esperar realizar mediante Google Now.

El problema del panorama actual de Android Wear está en el hardware. En muchos casos no van todo lo fluidos que deberían, sin conexión a Internet no son de demasiada ayuda (salvo para ver la hora, pero, ¿quién quiere hacer eso en un reloj inteligente?), su consumo de batería es elevado, aunque MediaTek está preparando un procesador pensado para Android Wear. Los relojes con un Snapdragon 400 de cuatro núcleos en realidad tienen desactivados tres de ellos, por lo que funcionan como un procesador de un solo núcleo a 1-1,2GHz, o utilizan una SoC OMAP de Texas Instruments.

Todavía tiene que corregir problemas de seguridad en la plataforma, como por ejemplo la forma de realizar el intercambio de información entre reloj y teléfono ya que consiste en un PIN de 6 dígitos fácilmente hackeable mediante un ataque de fuerza bruta. Es por ello que me ha dado la sensación desde un primer momento que Android Wear ha llegado antes de tiempo como un producto imperfecto.

Actualmente hay diversas compañías que han lanzado al mercado relojes con Android Wear, como Samsung, LG, Motorola o Sony. Puesto que Android Wear sólo dispone de dos factores de forma para la esfera de reloj (cuadrada y redonda), no hay mucha variedad en su tamaño, aunque tampoco se necesita. La personalización de la esfera de reloj en si no llegó hasta la actualización de Android Wear de diciembre.

iOS

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Apple todavía no ha puesto a la venta el Apple Watch, y se espera que llegue al mercado en la primavera. La apuesta de Apple consiste en una placa con toda la electrónica integrada, el chip S1, y que para mantener toda la funcionalidad y reducir el consumo, delega la mayor parte de los cálculos intensivos de CPU al iPhone. Una estategia que sólo se puede conseguir cerrando el Apple Watch al ecosistema de Apple, aunque lo (muy) sorprendente habría sido que funcionara con Android.

Otro apartado en el que ha innovado es en el feedback táctil de la pantalla del reloj y la corona digital del reloj que permite realizar zoom en un mapa o subir y bajar por el sistema de menús del reloj. Carece de GPS, por lo que en el terreno del fitness no me parece especialmente atrativo. Además que, como los relojes Android Wear, se tendrá que recargar a diario. En realidad hay muchas incógnitas abiertas con respecto al Apple Watch, y que se resolverán en cuanto se ponga a la venta.

Tizen

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Samsung usó primeramente Android en su reloj Galaxy Gear, un fracaso de ventas por diversos motivos, pero posteriormente lo actualizó a Tizen. Las ventajas son un menor consumo de batería, que permite el doble de autonomía en los relojes con respecto a sus versiones con Android o Android Wear.

Tizen es el sistema operativo utilizado en el primer reloj inteligente con GPS y conectividad 3G, el Gear S. Su diseño y pantalla llaman la atención, y permite algo importante: poder dejar nuestro teléfono en casa. Es capaz de realizar llamadas telefónicas, por lo que es un punto muy a su favor.

Dejando la labor de marketing del Gear S a un lado (que no era mi intención salvo para señalar lo que le diferencia del resto de relojes que hay en el mercado), Tizen es una distribución de Linux de código abierto y multiplataforma. Samsung ha estado trabajando en él, y debido a lo ligero y eficiente que es, se trata de una buena alternativa para los teléfonos inteligentes.

Los planes de futuro de Samsung es utilizarlo en los relojes que presentará este año, aunque seguirá lanzando nuevos modelos con Android Wear, como el Gear Live.

webOS

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LG adquirió a principios de 2013 webOS, un sistema operativo desarrollado por Palm, y que posteriormente fue comprada por HP. Es un sistema basado en Linux, y LG lo ha incluido en su línea de televisores inteligentes. Pero nada evita que, debido a un consumo pequeño de recursos, sea adaptado a dispositivos corporales.

Es lo que ha hecho LG, y en el CES se ha visto el primero modelo de reloj inteligente con webOS. La interfaz es funcional, en la línea de otros como Android Wear, y que permite a los desarrolladores crear aplicaciones específicas para webOS. No está claro el futuro que tiene dentro de los dispositivos corporales, o si además de en relojes lo usará en otros productos, por lo que es pronto para decir nada sobre este sistema operativo dentro del pequeño mercado de los relojes inteligentes.

Pebble

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Pebble

Pebble es uno de los primeros en llegar al terreno de los relojes inteligentes con una propuesta sólida y que funciona bien. Su diseño no gustará a todo el mundo, pero es agradable a la vista y tiene apariencia de reloj, además de que no es aparatoso ya tengas la muñeca grande o peequeña. Salió al principio en plástico, y ahora cuenta con algún otro diseño con correa de metal.

Su principal fuerte es que dispone de una pantalla de tinta electrónica, lo que le confiere una autonomía de más de una semana. Cuenta con una tienda de aplicaciones propia, distintas esferas de reloj entre las que elegir, y en general funciona muy bien como complemento a la actividad física. Cuenta con soporte a Android, iOS, y soporte no oficial para Windows Phone. Tiene además una creciente tienda de aplicaciones disponible en ambas plataformas.

Windows

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Windows 10

Microsoft ha entrado de forma directa en el mundo de los dispositivos corporales con su pulsera de fitness Microsoft Band. No tiene por ahora ningún reloj inteligente en su ecosistema, pero la irrupción de Windows 10 a mediados de este año puede cambiar las cosas. El nuevo sistema operativo de Microsoft permitirá utilizarlo en una amplia gama de productos, desde pequeñas placas de desarrollo hasta televisores, pasando por tabletas, y teléfono. Misma versión del sistema operativo, pero con interfaces adaptadas.

Al igual que Microsoft Band, lo mejor de los posibles relojes inteligentes con Windows sería compatibilidad con los tres sistemas operativos móviles mayoritarios (Android, iOS, Windows Phone). Es un apartado que les falta al resto de la oferta de relojes inteligentes, y que deja fuera a los usuarios de Windows Phone. Puesto que para fitness hay mejores ofertas de productos, y el mercado de los relojes inteligentes es reciente, tampoco se pierden gran cosa.

Otros

Alcatel ha presentado el OneTouch Watch. Es un reloj relativamente barato (se sitúa en los 150 dólares como precio de fabricante) y su principal ventaja es que es compatible tanto con Android como iOS, manteniendo las funcionalidades básicas que se espera de un reloj inteligente. El sistema operativo personalizado de Alcatel recuerda poderosamente a la versión de esfera de reloj circular de Android Wear.

Fitbit es una compañía que ha adquirido relevancia en el apartado de los monitores de actividad física, pero generalmente vienen en forma de pulsera o con pequeñas pantallas para mostrar la hora y algún dato adicional. Fitbit Surge es lo más parecido que tienen a un reloj inteligente, pero no se le podría englobar dentro de esta categoría ya que a parte de notificaciones de SMS y llamadas, o control de la música, no tiene muchas más funcionalidades. Ni siquiera cuenta con soporte a aplicaciones de terceros. La funcionalidad de "reloj inteligente" está delegada en su aplicación de Android, iOS y Windows Phone, por lo que no se le puede considerar un reloj inteligente.

Otros relojes como el Withing Activité no son en realidad relojes inteligentes, y eso hay que tenerlo en cuenta. Tienen funcionalidades como llevar cuenta de pasos, ciclo de sueño y otras funcionalidades relacionadas con la salud, pero no pueden ejecutar aplicaciones personalizadas por que, bueno, no tienen una pantalla para ello.

Los fabricantes tradicionales son reacios a lanzar al mercado relojes inteligentes, pero saben que tarde o temprano lo tendrán que hacer. Pero como saben bien cómo funciona este sector, lo harán poco a poco, dejando que otros se peguen los batacazos en ventas primero antes de entrar en el sector. Swatch por ejemplo lanzará el próximo verano un reloj inteligente, y otros irán haciendo sus pinitos en el sector a la espera de que las ventas despeguen.

Conclusión

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Apple Watch

El mercado de los dispositivos corporales es un sector de los dispositivos móviles que no tiene por ahora una utilidad real en nuestra vida cotidiana. Tiene inconvenientes graves de usabilidad que se resolverán en los próximos años a medida que evolucionen las tecnologías de las baterías. Los apartados técnicos y de seguridad también serán resueltos con los años.

Pero el problema fundamental de los relojes inteligentes, como bien saben en Google, es que carecen de un uso que no aporte algún otro dispositivo. Una aplicación definitiva que los haga deseados por todos los usuarios. El apartado de monitorización de actividad física está bien cubierto por muchos otros productos como los de Fitbit y compañías similares que llevan años en el mercado. Hasta que no aporten algo único, o no se resuelvan los problemas de usabilidad que tienen, no llegarán a pasar de ser un producto minoritario.

Para que sean una categoría interesante de la electrónica de cara al comprador, deberían combinar un diseño variado para que haya mucha oferta entre la que elegir, utilidades básicas que cualquier usuario espera de un dispositivo móvil, utilidades únicas que no proporcionen otros dispositivos, que nuestra información esté segura, y que funcionen con cualquier sistema operativo.

Como todo mercado minoritario, siempre habrá compañías que quieran irrumpir con productos baratos, que nunca está de más decir que son los que afectan negativamente a la experiencia de usuario y no ayudan a asentarse a estos sectores. Muchas veces los usuarios confunden barato con bueno, y terminan achacando las culpas de sus males al sistema operativo y no a una mala decisión de compra.