EUA lleva años sancionando a China en el terreno de los semiconductores porque, supuestamente, con ellas no podrían desarrollar ninguna IA competente que pudiera usarse para desarrollar armamento. La realidad es tozuda y dice lo contrario, sobre todo por la irrupción de DeepSeek, y el hecho de que aun así China ha seguido consiguiendo maquinaria y semiconductores occidentales usados para desarrollar sus IA. La herramienta de respuesta de China ha sido controlar la exportación de tierras raras, de las cuales produce el 70 % del total mundial, y hace poco incluso prohibió totalmente su exportación en una decisión revisable. Pero los nuevos proyectos de producción ya empiezan a resentirse de la decisión, como el robot Optimus de Tesla.
Elon Musk ha indicado que han detenido los planes de producción en masa por falta de ciertas tierras raras. Espera obtener una licencia de exportación, pero teniendo en cuenta que Musk está metido hasta el corbejón en la administración Trump, dudo mucho que la vaya a conseguir. Al menos pronto. Ha añadido que «China quiere garantía de que no se van a usar con fines militares, que en nuestro caso no lo es. Irán a robots humanoides». Pero según se mire, un robot es también un arma militar en potencia, así que creo que lo va a tener difícil, sobre todo por sus contratos con el Ejército estadounidense. Donde las dan las toman, porque el veto a Huawei por parte de EUA proviene de su supuesta estrecha colaboración con el Ejército chino.
China no controla la producción de tierras raras, pero lo que sí controla es su procesamiento, con más del 90 % del total mundial. Se llaman tierras raras porque no se suelen encontrar sin mezclar con otros elementos, por lo que hay que separarlos. Eso suele requerir productos altamente contaminantes para el medioambiente, y aunque Occidente lo tenga prácticamente prohibido, es mejor que otros países destruyan su naturaleza en nuestro beneficio. Es la habitual hipocresía de Occidente, que si algo ocurre lejos es como si no existiera.
Occidente dejó de avanzar en la extracción de minerales hace veinte años, con los últimos pasos de deslocalización de producción, y ahora Rusia y China nos llevan veinte años de ventaja en mejoras tecnológicas de extracción y procesamiento de minerales. Aunque quisiéramos ahora ser autosuficientes, el coste de los productos se dispararía, y buena suerte buscando occidentales que quieran volver a las minas, por no contar que habría que revertir veinte años de leyes medioambientales. Pero que Occidente siga imponiendo sanciones a China, que nos irá muy bien.