Twitter se resistió inicialmente a que Elon Musk tuviera una representación significativa en la compañía a pesar de que en abril tenía el 9.2 % de las acciones. Ante la resistencia del consejo de administración, Musk lanzó un órdago y ofreció 44 000 millones de dólares por comprar la empresa para hacerla privada. Si bien al principio la dirección también se resistió, al final aceptaron la oferta de compra para no enfrentarse a una demanda por administración desleal por parte de los inversores. La oferta era realmente buena. Pero Musk decidió romper el acuerdo de compra hace unos días, y la demanda de Twitter por incumplir el contrato estaba cantada. Ya ha sido presentada en los juzgados de Delaware.

En realidad este tipo de tiras y aflojas son habituales en las compras de alto nivel, sobre todo porque la coyuntura económica de julio no es la misma de abril. Twitter ha caído en bolsa y ya no vale los 54.20 dólares por acción que ofreció en mayo. Muy pocas veces los jueces fuerzan a que se cumplan las condiciones de compra iniciales. En el estado de Delaware, solo el 16 % de las ocasiones, que es lo que Musk parece estar buscando a su favor. Ambas partes van a tener que negociar un nuevo valor de compra durante la batalla legal.

Twitter ha alegado que la información solicitada por Musk, referente a datos de usuarios y al estado financiero de la compañía, no estaban en el acuerdo firmado por ambas partes. Aun así, la compañía puso a disposición de Musk la información con ciertas salvaguardas para evitar un mal uso de los datos en caso de que Musk se retirara de la compra de la compañía. Demasiadas cortapisas como para poder calcular adecuadamente las cuentas falsas en Twitter, según Musk.

Sobre la información financiera, sobre todo de financiación y la evaluación sincera de Goldman Sachs sobre el estado de la compañía. Ninguna de ellas estaba en el contrato de compra y Twitter alega que es información que muy raramente se da o se solicita en este tipo de compras.

Twitter asegura en su demanda que Musk ha buscado hacer daño a la compañía con esta oferta de compra, y que seguirá sufriendo mientras dure la batalla legal. Por ejemplo, ante la imposibilidad de mantener a sus empleados más valiosos en la compañía en una situación de incertidumbre.

Vía: Ars Technica.