Microsoft se ha caído del guindo, y el tortazo que se ha dado ha sido de los que hacen temblar a todo el planeta. Cuando lanzó la Xbox One por un precio 100 euros superior al de PlayStation 4 aseguró que el Kinect lo valía. Tres años después ya nadie se acuerda de Kinect, ni los desarrolladores ni los que, como yo, lo hayan metido en su caja y en el fondo del armario.

La realidad es que Sony ya ha vendido casi el doble de unidades de PlayStation 4 que Microsoft de Xbox One. La compañía ha estado diciendo que definirá el éxito de su consola por las ventas de juegos, y ya ni siquiera está dejando exclusivos de Xbox One, llevándolos además a PC con Windows 10 (Quantum Break sin dar muchas vueltas), otro producto que no termina de arrancar.

Para combatir ese declive ha decidido eliminar una de las más extrañas políticas de ambas compañías, y es cerrar el juego online a cada plataforma. Eso significa que dentro de poco a través de Xbox Live se podrá jugar con gente de PlayStation 4 y de PC. Es lo que los consoleros llevábamos pidiendo desde hace mucho tiempo. Aunque obviamente, en el juego cruzado con PC siempre se establecen algunos filtros, como que el jugador use mando para jugar y no teclado y ratón. En PS4 no parece que sean necesarios.

Dudo que con esta medida vaya a hacer que el consumidor vaya a comprar más Xbox One, ahora que el mercado está decantado totalmente hacia la PlayStation 4. Pero al menos es un ejemplo de la mentalidad abierta que mantiene Microsoft hoy día al llevar sus productos a cualquier plataforma, ya sea OS X, iOS, Android o Linux. En última instancia dependerá de los desarrolladores implementar el juego multiplataforma, por lo que no implica que los juegos actualmente en el mercado vayan a soportarlo.

Vía: TechCrunch.