El modelo de negocio de Google es bien conocido: ingresos de publicidad. Pero en occidente ha llegado a su techo de generación de ingresos y la única forma de aumentarlos es haciendo llegar Internet a nuevos rincones del mundo. Gracias a su posición como el mayor buscador del mundo, que alguien conozca por primera vez lo que es Internet y utilizar Google van cogidos de la mano.

Un claro ejemplo de la intención de Google de aumentar ingresos es Project Loon, un proyecto de Google X que quiere proporcionar acceso a Internet en zonas remotas mediante una red de globos aerostáticos que funcionarían como puntos de acceso a Internet. La información se la irían pasando hasta llegar a una estación terrena con acceso a la red de algún proveedor local.

Las pruebas piloto han demostrado que los vientos suelen ser impredecibles y que puede que es una idea que necesita más tiempo de desarrollo. Por eso Google se fijó en la empresa de construcción de satélites O3b Network e invirtió 1.000 millones de dólares. Poco después, el que pusiera como jefe del proyecto, Greg Wyler, abandonó la compañía dejando a Google con la posibilidad de desarrollar satélites pero sin poder transmitir por ellos ya que se llevó las licencias de uso del espacio radioeléctrico.

Esta posición es peliaguda para Google, ya que los ingresos de su buscador se están estancando o, al menos, no creciendo a un ritmo proporcional a lo que hacía en los últimos años. Necesita llegar a más potenciales usuarios de su buscador, y necesita hacerlo rápido. Y en este momento es en el que entra en juego SpaceX.

satelite

Se trata de la empresa aeroespacial propiedad de Elon Musk, que aseguró el viernes pasado que tenía planes de crear una red de 700 satélites en órbita baja para hacer llegar Internet a todas partes del mundo. Por supuesto el primer interesado es Google, que según los rumores, su fundador Larry Page ya se ha puesto en contacto con Elon Musk para invertir en el proyecto... y poder utilizarlos para dar mayor cobertura a sus servicios.

La comunicación entre los satélites de Musk se realizaría mediante láseres (para evitar la falta de derechos de espectro radioeléctrico de SpaceX), y estarían ubicados en una órbita todavía más baja. En torno a los 1.200 kilómetros, y para mantenerlos en esa órbita tendrían un tamaño y peso de una motocicleta pequeña, moviéndose a gran velocidad. Con esto reduciría el retardo en la propagación de las señales, ya que los geoestacionarios a 40.000 kilómetros de distancia introducen en torno a 500ms, y en los suyos sería casi testimonial.

La inversión necesitada por Musk es de 10.000 millones de dólares en un plazo de cinco años para poder poner los satélites en órbita. Si Google invierte en SpaceX, será una cantidad mínima que le permita sumarse al proyecto, pero la falta de algo más ingenieril que aportar a esta ecuación evitará que se convierta en parte fundamental del proyecto.

Google será un espectador más, deseoso de que Musk complete su proyecto. Aunque en los próximos cinco años pueden ocurrir muchas cosas, como por ejemplo que Google consiga adquirir de alguna forma la licencia de espacio radioeléctrico que necesita para sus propios satélites.

Vía: Ars Technica, GigaOM.