La Real Academia Español (RAE), con presencia de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), ha presentado la actualización 23.5 del Diccionario de la lengua española (DLE). En esta ocasión hay muchos cambios centrados en la pandemia de covid-19 pero también en términos tecnológicos que se usan mucho hoy en día.

Lo primero que quiero decir, antes de entrar en las novedades, es que el diccionario se hace con las academias que tienen presencia en países con un total de casi 600 millones de hablantes que tienen como lengua materna el español. Por tanto, se incluyen palabras que solo se usan en algunos de los países, que es algo que se suele de perder de vista sobre todo en España.

Lo segundo, y como consecuencia de lo primero, que el DLE está actualmente actualizado por la ASALE y por extensión también por la RAE, que al final hace de institución raíz del resto de asociaciones, aunque cada una es una entidad independiente con sus propios académicos de número. Por tanto, decir que el diccionario lo actualiza la RAE no es correcto, aunque coordine el trabajo de todas las Asociaciones de la Lengua Española.

Lo tercero, que porque una palabra no esté en el DLE no significa que no sea correcto o apropiado utilizarla. Muchas de las palabras añadidas se pueden estar usando desde hace años, y ante la falta de su inclusión en el diccionario lo que predomina para usarla es el sentido común y ajustarse a la gramática general para escribirlas y al significado original para usarlas. Si resulta que tiene el mismo significado que una palabra en español, el extranjerismo hay que evitarlo siempre, por muy bien que esté adaptada al español.

Dicho eso, se han añadido bastantes localismos que a un español le puede parecer inconcebible que no estuvieran ya en el DLE, pero cuando pasas del egocentrismo de España y sus 45 millones de habitantes a una comunidad de 600 millones, lo que dirán en el resto de países será que por qué tiene que incluir la ASALE algunos localismos de España si no representan ni el 10 % de la población hispanohablante. Algunos de ellos son sanjacobo, paparajote, cachopo, rebujito, o tinto de verano, platos y bebidas de España de los que más que probablemente no hayan oído hablar en el resto del mundo. Más conocido sería la inclusión de quinoa, palabra de origen quechua pero bastante universal, y fainá o buseca, comidas de Argentina y Uruguay. Más extranjera es crudité, que ya se venía usando tal cual del francés.

Sobre los términos tecnológicos, hay bitcóin, bot, ciberacoso, ciberdelincuencia, criptomoneda, vapear, geolocalizar, webinario y seminario web, cortapega, croma, biopic, netiqueta, retro, ciberdelito, ciberacoso, inmersivo —p. ej. en la realidad virtual—, liposoluble, livermorio, nihonio y usos coloquiales añadidos a palabras existentes como audio por el mensaje sonoro, compartir archivos, cortar y pegar en textos, ADN —se añade como sinónimo de esencia o naturaleza de algo—, audífono como sinónimo e auricular en Hispanoamérica, etc. Y porque todo es top, se han incluido varias acepciones nuevas al diccionario a la que ya había de prenda femenina. No es una palabra que me haya gustado nunca, pero su gran uso pedía a gritos normalizar su significado para que no todo sea top.

Sobre la pandemia, hay infinidad de ellos: cubrebocas, hisopado, nasobuco, nueva acepción de cribado, burbuja social, nueva normalidad, triaje, vacunología, pantalla protectora, emergenciólogo y urgenciólogo (americanismos), entre otros. Curiosamente la ASALE le ha dado una vuelta a términos de la guerra de la inclusividad como cisgénero, pansexual, transgénero, poliamor

Aquí ha habido una tendencia a considerar que la inclusión de obispa, cargo religioso habitual hoy en día en los países protestantes, hace que la RAE sea superprogre y superinclusiva y por eso debe ser objetivo de escarnio público. Y por el otro lado, siguen atacando a la RAE por no ser inclusiva. Vamos, lo habitual: la atacan por todas partes los que desconocen cómo funciona su propio idioma porque intentan importar problemas del inglés. La extrema derecha dice que decir ingeniera, doctora, médica o presidenta es socialcomunista, y los de extrema izquierda que debería aceptarse ingeniere, doctore, médique o presidento, y que la RAE debería validar el «todos, todas y todes». Idiotas hay en todo el espectro político.

Hay términos normales, como ludificar, la expresión valer madre de México, biatlón, cámel —el color—, muac —onomatopeya—, gentrificación… Tenéis una mayor cantidad de cambios en este documento, aunque no engloban las 3836 modificaciones realizadas en esta actualización 23.5.