Un año más, Microsoft ha esperado a junio para presentar las principales novedades de sus videojuegos, tanto nuevos títulos anunciados como información adicional de los ya conocidos, que gracias a Richi podéis consultar en otro artículo. Entre esa información adicional está la fecha de lanzamiento y precio de Outer Worlds 2. Llegará el 29 de octubre, pero a un precio actualizado de nuevo lanzamiento de 80 euros/dólares. Un precio alto, pero que sigue estando en la corrección de precios por el 30 % de inflación de los últimos tres años en Occidente por las autosanciones que se han aplicado la EUA, la Unión Europea y el resto de países.
Obviamente hay quejas por el nuevo precio, principalmente de gente más joven sin cargas, porque si tuviera que quejarme todos los días en Twitter de que pago la barra de pan un 50 % más cara que en 2022, que me gasto un 30 % más en la compra semanal, y que el menú del día ha subido de 10.50 euros a 13.50 euros en el bar que tengo debajo de casa para cuando no tengo casi tiempo para comer, al final resultaría cansino. Y comer es primera necesidad, no un artículo de lujo como es un videojuego.
Pero no me quejo de esta gente, que está en su derecho de quejarse. Sino que me pregunto si realmente a alguien le importa el precio de 80 euros de Outer Worlds 2. El juego va a estar en el Game Pass el propio día del lanzamiento, y no conozco ya gente que reserve juegos o que los compre el primer día. El último que compré de manera anticipada fue el W40k: Rogue Trader, y fueron 50 euros. Bien es cierto que si me hubieran cobrado 80 euros seguramente habría esperado como hice con el Pathfinder 2, pero tampoco me habría quejado del precio.

Es el consumidor el que decide en el capitalismo si el precio de un producto le renta para comprarlo a un precio o se espera a otro. Si no le renta a la mayoría, el producto se hundirá y las empresas tomarán nota. Pero me da que las compañías ya no van a bajar el precio de los juegos y que, como ha ocurrido con la comida, la electrónica o el alojamiento vacacional —que se ha duplicado en los últimos dos años en algunos hoteles—, la gente terminará aceptándolo. Tarde más o tarde menos. Mejor no hablemos del precio de los pisos en España, que poco se queja la gente y pocas soluciones está dando el Gobierno.
Pero en la práctica, ¿realmente a alguien le importa de verdad que Outer Worlds 2 tenga un PVPR de 80 euros? ¿Cuántos están realmente ansiosos por su lanzamiento como para comprarlo el día de su lanzamiento, incluso si costara 60 euros? La primera parte estuvo entretenida, pero la jugué en el Game Pass el día de su lanzamiento. La terminé y nunca más me ha vuelto a dar por jugarlo porque, bueno, aunque pueda haber varios finales hay que ser muy friki para rejugar este tipo de juegos de acción. Lo puedo ser con títulos que me gusten de verdad como el Rogue Trader, pero es algo muy raro.
El precio de los nuevos lanzamientos no se ha movido mucho en los últimos treinta años porque la base de jugadores no hacía más que aumentar y aumentar. Se lanzaban comparativamente muy poco juegos al mercado en comparación con los que se lanzan hoy en día, y los jugadores se han movido a los supupestamente «gratuitos». Así que en la práctica la base de jugadores se ha ido reduciendo con los Fortnite o PUBG, y la inflación ha hecho que el coste de producción se haya disparado. Una subida de precio de los videojuegos era esperable.
No digo que 80 euros sea barato, pero realmente me importa poco o nada. Si lo juego, será con el Game Pass, me lo pasaré en dos semanas que tenga libre, y a otra cosa. Es lo que estamos haciendo la mayoría para no pagar los precios de los nuevos lanzamientos, al menos con los títulos que llegan al Game pass. O me espero a que esté con un importante descuento en un año o dos. Además que el que más o el que menos, tendrá una larga lista de juegos pendientes. Un lanzamiento tiene menos hoy en día que hace veinte años.