Aunque mañana se empieza a poner a la venta las GeForce RTX 2080 y la próxima semana las RTX 2080 Ti, los análisis de ambas tarjetas gráficas ya han llegado. Siendo las primeras de la nueva arquitectura Turing de unidad de procesamiento gráfico (GPU) de Nvidia, aportan como gran novedad la realización de renderizado de imágenes por trazado de rayos a través de hardware en lugar de por software como se hacía hasta ahora.

Pero no hay juegos que hagan uso del trazado de rayos ahora mismo en el mercado, por lo que todos los análisis publicados tienen una utilidad a muy corto plazo, hasta que se pueda analizar la mejora, o no, de rendimiento y calidad gráfica haciendo uso del trazado de rayos.

Mientras tanto, todos los análisis publicados apuntan a lo que ya incidía Nvidia y los rumores: una mejora media de rendimiento de en torno al 37 %, con algunos juegos mejorando un 20 % y otros más del 50 %. Siempre realizando una comparación intergeneracional, o dicho de otra forma, la GTX 1080 con la RTX 2080. Pero entre toda esta información, que tiene poco de novedosa, me gustaría destacar una cosa.

Las mejoras de arquitectura de Turing en cuanto a computación paralela se ven reflejados en las mejoras de rendimiento entre DirectX 11 y DirectX 12, eliminando esta ventaja competitiva que venía teniendo las Radeon de AMD. Aunque, eso sí, no se detiene nadie a examinarlo en ninguno de los análisis que he visto.

Además, en varias pruebas se está viendo que el procesador elegido por los críticos está limitando en algunos casos al rendimiento de la RTX 2080 Ti, si bien a resolución 1080p. En este sentido, la más beneficiada es la resolución 4K, donde la RTX 2080 Ti demuestra que es capaz de mover los juegos a más de 60 FPS en la mayoría —y esta vez sí—, con alguna excepción como Kingdom Come: Deliverance —juego terriblemente recomendable—.

Lo único que hay para probar las capacidades de la biblioteca RTX es la prueba de rendimiento de Final Fantasy XV y la demo Epic Infiltrator de Epic Games, donde se puede activar el suavizado por aprendizaje profundo (DLSS). Y siempre lo prueban a una resolución 4K, donde el suavizado de bordes casi no sirve de nada en pantallas de 27 pulgadas, por lo que a mí que me expliquen por qué los críticos le bailan el agua a Nvidia en este terreno.

Lo apropiado sería también incluir el resultado de 4K sin ningún suavizado activo. Nunca he jugado a 4K con suavizado activo de ningún tipo con la 1080 Ti, porque la mejora es que casi no se nota. Y además es que usan TAA, suavizado temporal, para la comparativa, que es de los que más cargan el hardware. Un poco más de ser crítico, por favor. TAA puede tener sentido a 1080p en un monitor de 27 pulgadas, por ejemplo, y en este terreno ningún análisis que he visto ha acertado en el modo de hacerlo.

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Sobre el trazado de rayos, aquí tenéis una muestra de funcionamiento en 3DMark realizada por Guru3D. Bastante impresionante, todo sea dicho.

Vídeo

La conclusión que saco de los análisis que visto, y es lo que he dicho durante las últimas semanas. Nvidia tiene un problemón de publicidad entre manos, porque llegan las GeForce RTX más caras con respecto al precio al que llegaron las tarjetas gráficas a las que sustituye, tras dos años de desarrollo y con solo un 35-40 % de mejora real de rendimiento. Muy lejos del 70 % que supuso el paso de la GTX 980 a la GTX 1080, si bien las GPU de tipo Turing son chips mucho más grandes y caros de producir comparativamente, y eso justifica el precio gracias a la apuesta de futuro por el trazado de rayos y la inteligencia artificial.

Pero sigue siendo eso: una apuesta de futuro. La segunda mano va a estar repleta de buenos modelos de GTX 1080 y GTX 1080 Ti que se podrán adquirir a precios mucho mejores respecto a las recién llegada GeForce RTX 20, por lo que va a ser complicado convencer a la mayoría de compradores que unas tarjetas más caras, de hasta 1300 euros, merece la pena ser compradas frente a la serie 10 de GeForce. Aunque como también he dicho siempre, estas tarjetas gráficas no son para todo el mundo, sino para un público muy determinado, porque como ocurre con la GTX 1080 o 1080 Ti, distan mucho de estar dentro del poder adquisitivo del consumidor medio. Son, por tanto, productos elitistas que hay que juzgar como tal, y no solo quedarse en el «son muy caras».