La situación actual de la fabricación de chips de memoria, ya sea NAND para los SSD o todo tipo de DRAM, es de una alta demanda con una producción que no consigue mejorar. El accidente de la fábrica de Micron echó al traste 50 000 obleas, y ha afectado aún más negativamente al precio de la memoria RAM. Según TrendForce, entre junio y julio ha aumentado un 4.6 %, y debido a que no se podrá suplir los chips de memoria perdidos por otros fabricantes, en septiembre podrían subir bastante más los precios.

La memoria para servidores y para teléfonos sigue teniendo una fuerte demanda, aunque su precio ya se ha visto superado por el de la RAM para equipos de sobremesa. Se ha estimado que el aumento de producción de memoria de este año se va a situar en torno al 19.5 %, mientras que la demanda va a aumentar en torno al 22 %. La proyección para 2018 sería similar.

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Un rápido repaso a los precios del último año de diversos módulos de memoria muestran subidas similares. Por ejemplo, este kit de RAM de Corsair a 3000 MHz CL 15 tuvo su precio más bajo del último año el 26 de septiembre, 88.74 euros, y el 8 de agosto está a 143.82 euros, aunque estuvo a un máximo de 146.82 euros. Es una subida del 65 % en unos diez meses.

También se ve que entre marzo y junio el precio estuvo más o menos estable —unos 137 euros—, pero en julio ha subido aún más el precio, en torno a un 8 %. Si la tendencia va a ser la de que siga subiendo, no quiero ni pensar a cuánto estará el módulo de 8 GB a 3000 MHz en Navidad.

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Aumentar la producción de obleas de memoria es complicado. Además de tener que construir nuevas fábricas, expandir las actuales o mover líneas de producción de otros sectores al de los chips de memoria NAND y DRAM, también ha habido un aumento en la demanda de los escáneres utilizados para su producción, que las compañías que los fabrican no pueden cubrir tampoco rápidamente porque a su vez necesitan expandir sus propias líneas de producción. Suma y sigue.

El aumento actual de producción es ligeramente inferior al de otros años, en el que se situaban en torno al 25 %. Además, toda la mejora de la producción ha ido dirigida a proporcionar teléfonos, tabletas, portátiles y todo tipo de dispositivos con unos mínimos de DRAM y SSD más altos, pasando por ejemplo de 1 o 2 GB de RAM en los teléfonos a ser ya la norma 2 o 3 GB. El almacenamiento también se ha duplicado de los 8 GB a los 16 GB como norma, y cuando se va a los de más de 200 o 250 euros, lo normal es que sean de 32 GB, el doble que hace un año.

Por tanto, subir las características mínimas se está comiendo todo el aumento de producción de chips de memoria, y no parece que la situación se vaya a solucionar en 2018. Habrá que ir acostumbrándose a RAM y SSD caras, porque cara es el nuevo precio estándar para ellas.

Vía: TechPowerUp.