Elon Musk tiene varios frentes abiertos con sus distintas empresas, pero se le estaba resistiendo uno de SpaceX. Se trataba del aterrizaje de un cohete en una plataforma marina en alta mar, que permite la reutilización del cohete para siguientes misiones. A la quinta fue la vencida.

Aterriza en una plataforma en alta mar supone que el cohete en el descenso tiene que contrarrestar el movimiento de la plataforma y el oleaje, y por tanto es más complejo que aterrizar en tierra firme. Pero el empeño de SpaceX por aterrizar en este tipo de embarcaciones tiene varios motivos.

Por un lado, se puede recortar el peso de combustible de los cohetes, que de otra forma tendría que ser suficiente para llegar a tierra firme. Eso se traduciría en un recorte del coste de los lanzamientos, pero también se podría aterrizar en cualquier lugar del mundo, lo que le permitiría a SpaceX no necesitar una aprobación previa, sujetas a impacto medioambiental.

Aunque Blue Origin ha conseguido aterrizar varias veces seguidas el Blue Shepard en tierra, la difefrencia de tamaño y altura que alcanzan uno y otro cohete (200 km frente a 100 km) ponía las cosas más difícil al Falcon 9. Además, el Falon 9 es tres veces más alto y requiere de 15 veces más potencia en sus motores para alcanzar la altitud necesaria para poner en órbita los satélites y experimentos científicos.

Vía: Tech Crunch.