La Guerra Fría quizás haya sido una de esas épocas de la historia de la humanidad que más respeto infunde en los que la vivieron, y de la que, cuando terminamos leyendo nuevas cosas sobre aquella época, más nos asombramos de que el mundo no terminara como un páramo nuclear.

Durante la época de JFK como Presidente de los EE.UU (principios de los años sesenta) se instauró un dispositivo de seguridad para el lanzamiento de las cabezas nucleares para evitar que algún General loco de la época pudiera decidir lanzarlos sin autorización previa. Que haberlos los había. Esos dispositivos, denominados PAL (Permissive Action Links), necesitaban de un código de ocho dígitos para activar el misil nuclear. Los códigos, como habréis visto en más de una película de terroristas o apocalipsis nuclear, los lleva el Presidente de los EE.UU en un maletín denominada "balón" (de fútbol, o football).

Pero tras la salida de Robert McNamara como secretario de Defensa en 1968, el Centro de Mando Estratégico decidió hacer caso omiso a las indicaciones de la directiva presidencial y resetear todos los códigos de lanzamiento a '00000000'. Y tampoco es que fuera un código secreto, ya que los operarios militares que estaban al cargo de los silos de misiles tenían la tarea de asegurarse de que el código de lanzamiento siempre estuviera puesto en ese número, y lo tenían puesto por escrito en sus instrucciones. Un código de seguridad de esos que no sirven para nada.

La razón, dentro de la lógica seguida por los militares de alto rango de la época, se puede calificar como un poco retorcida. Ante el miedo de que se pudieran cortar las líneas de comunicación con la Casa Blanca después de sufrir un ataque nuclear y no recibir los códigos de lanzamiento, decidieron que lo mejor era tenerlos siempre preparados para lanzar, y por eso el poco secretismo del código de seguridad. Para lanzarlos, nada mejor que recibir una orden del rango militar de turno diciendo "¡Disparen los misiles!". Misiles que pueden recorrer 12.000 kilómetros en media hora.

El que narró esta historia al completo en 2004 fue el Dr. Bruce Blair en un artículo llamado "Manteniendo al Presidente en la oscuridad nuclear" (Keeping Presidents in the Nuclear Dark). Durante principios de los años setenta, tras trabajar en los silos, intentó en vano concienciar del problema de seguridad que había en ellos a los políticos de Washington. Por que además se daban pases de visitante a casi cualquiera para ver los silos de misiles sin estudiar su historial. Esto me lleva a pensar que la URSS perdió la Guerra Fría por mantener en nómina a unos espías bastante malos.

Así pues, desde 1968 y hasta prácticamente la caída del Muro de Berlín en 1989, los misiles nucleares norteamericanos estuvieron preparados para ser lanzados en cualquier momento... y por cualquiera. Joshua en la película de los ochenta Juegos de Guerra intentaba un ataque de fuerza bruta para conseguir el código de lanzamiento de los misiles nucleares. Lo habría acertado a la primera en el mundo real.

Vía: Today I Found Out, Ars Technica.