Netflix está pasando por un bache debido a varios factores, entre ellos la cantidad de mierda infecta que produce y que nadie quiere ver, y que tiene competencia muy fuerte por parte de otras plataformas de vídeo bajo demanda. Nadie puede pagarse la suscripción mensual a 57 servicios que existen, y mucho menos ver todo el contenido. Por eso desde el año pasado la compañía ha empezado a reorientar la producción de contenido, y ahora está en proceso de reestructurar la parte relativa a las películas, recortando la cantidad para centrarse en la calidad.

Vamos, es lo que tendría que haber hecho Netflix desde un primer momento, pero ha preferido contratar a gente con agendas políticas para hacer películas basura que nadie quiere ver, ni su propia gente. Gastarte millones en producir una película para que la ven mil personas en todo el mundo es un mal negocio. La reestructuración fusionará los departamentos que producen las películas de medio y bajo presupuesto, las que están entre los 30 y 80 millones de dólares y las de menos de 30 M$.

Los despidos estarán a la orden del día durante las próximas semanas así como la cancelación a diestro y siniestro de proyectos con unos guiones que no gustan al público general. Con esta fusión salen de la compañía productores redundantes, como la productora de documentales Lisa Nishimura (Fabricando a un asesino) o Ian Bricke, vicepresidente de Contenido Original.

La mayoría de las películas que ha producido Netflix no han tenido el impacto que esperaban. No es nada curioso que las que no marcan una agenda política extremista, como Alerta roja, No mires arriba o Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion, son las que han sido auténticos bombazos en la plataforma. De hecho diría que son las únicas que he visto de Netflix en los últimos dos años, aunque la de Glass Onion sea bastante mala y las otras dos tampoco es que sean para tirar cohetes.

Este año Netflix ha metido un buen hachazo a lo que iba a producir para centrarse en la calidad y no en la cantidad, y probablemente le siente bien si se deja de extremismos. Es exactamente lo que hace Prime Video o HBO y que le da resultados bastante mejores. Disney tiene el mismo problema que Netflix con su contenido al cual también le va a meter el hacha para reorientarlo a los gustos del público general y no solo de unos pocos extremistas.

Vía: EnGadget.