La lucha entre propietarios de derechos de autor y las empresas de inteligencia artificial se va a intensificar durante 2024. El año pasado empezaron a llegar multitud de demandas a OpenAI o Google por un uso sin permiso de novelas y otro material para entrenar sus inteligencias artificiales generativas, como Bard o ChatGPT. Son autores de renombre, como George R. R. Martin. El problema de fondo es que las IA han salido del entorno académico al comercial, y eso significa que ha dejado de ser un uso justo de material protegido por derechos de autor.

El caso es que incluso OpenAI, responsable del modelo de lenguaje GPT, usado en Copilot y ChatGPT, ha dicho claramente que sin ese material protegido por derechos de autor sería imposible entrenar una IA como para que fuera útil. Teniendo en cuenta que el coste de usar ChatGPT con GPT-4 es de 20 dólares al mes, y está reconociendo el uso de material protegido por derechos de autor, igual sería hora de que fueran soltando la pasta a los autores, o dejando de usar material protegido.

OpenAI lo ha indicado en unos mensajes enviados a la Cámara de los Lores británica debido a unas preguntas o investigación sobre los grandes modelos de lenguaje con la intención de legislar sobre ellas. Además, OpenAI en parte sí está pagando por usar una parte del material protegido para entrenar a GPT, pero no por usar la mayor parte. Que algo esté en internet no significa que no tenga derechos de autor, sobre todo cuando se usa con ánimo de lucro.

Consideran en OpenAI que actualmente todo está protegido por derechos de autor, lo que haría imposible entrenar a una IA. El uso de material libre, por ejemplo novelas de hace más de cien años, haría que careciera de utilidad para la mayoría de la gente actual. Pero por eso están los derechos de autor, para evitar que otros se lucren con tu trabajo. Que es algo que al New York Times no le ha sentado nada bien, sobre todo cuando ChatGPT se inventa contenido o datos que no se han publicado en el periódico. Según OpenAI, el uso de material protegido para el entrenamiento de las IA cae en un uso legítimo protegido por las leyes de derechos de autor. Aunque esté haciendo dinero con ello, claro está.

Vía: Ars Technica.