Broadcom es uno de la principales diseñadores y fabricantes de chips del mundo, y aparentemente ha puesto su ojo en España para levantar una nueva planta de etapa final (back-end) de procesamiento de chips. Eso de «etapa final» se entiende mejor en español que en inglés porque son las plantas que se dedican a cortar las obleas, al testeo de chips o a su encapsulado. O sea, no se dedican a producir chips en el sentido de la creación de obleas como se está dando a entender en la mayoría de medios generalistas y otros especializados que no tienen mucha idea de lo que están diciendo. Tampoco es un «nicho de mercado» como he leído en otros medios grandes, porque sin el corte, testeo y encapsulado no hay chips utilizables.
Es difícil no relacionar el anuncio de la ministra de Economía española con las elecciones generales que tendrán lugar dentro de un par de semanas. Más si cabe teniendo en cuenta que el anuncio de la ministra solo indica que Broadcom invertirá 900 millones de euros en esa planta de etapa final sin dar más detalles sobre su ubicación o funcionamiento. Por ejemplo, el número de empleos que va a crear, a cuánto ascienden las subvenciones que va a recibir, cuándo se levantará la fábrica o cuándo entrará en funcionamiento.
El Gobierno español tirará de chequera en base a los fondos del PERTE de los chips y de la Ley de Chips eurounionista, aunque la UE no ha dicho nada al respecto lo cual da la sensación de que el anuncio ha sido improvisado con motivo de la campaña electoral. Es como el anuncio de la megafábrica de Tesla en la Comunidad de Valencia que al final se ha ido al carajo y Musk se la llevará a otro país donde haya mejores condiciones para la inversión extranjera.
Vía: Reuters.