A río revuelto, ganancia de pescadores. En este caso los peces son los chips y los pescadores los fabricantes de obleas para terceros, porque la sobredemanda de electrónica que está experimentando el mundo —y está por ver cuánto durará— ha hecho que el sector suba los precios de manera generalizada. Hay empresas de las que ya se había comentado que estaban subiendo el precio como es el caso de TSMC, aunque parece que este segundo trimestre otras de segunda línea los habrían subido de manera generalizada.

No se tienen datos fehacientes sobre el coste de producción de las obleas, cuánto costaban y cuánto costarían ahora, por lo que solo son rumores. Pero es lógico pensar que si una empresa tiene una sobredemanda que supera su producción, y se cifra de más de un 30 % según el sector, las empresas van a contestar con una subida de precios. Una vez finalizados los contratos que tuviera de producción, los astros se han alineado para aparentemente subir precios este trimestre.

Empresas como UMC, SMIC y docenas de otras habría modificado sus precios entre un 10 % y un 30 % según el tipo de chip producido, con una media en torno al 10-20 % para todo el sector. Para los circuitos avanzados, como microcontroladores, procesadores o incluso chips de gestión de energía, la subida del precio sería de hasta el 30 %. Para otros de conmutación de señales, la subida sería más discreta, del 10-20 %.

Esta subida va a hacer que muchos productos suban algo de precio pero va a dejar fuera del sector a las empresas compañías con márgenes mucho menores para absorber las subidas de precios. Aunque el sector está enfrascado en expandir la producción lo antes posible, parece inviable que, salvo que la demanda de electrónica baje —quizás ocurra con la vacunación, la crisis económica y que la gente invertirá en viajes—, la oferta de producción cubra la demanda hasta entrado 2023. Lo que es un hecho es que los precios de televisores, componentes, disponibilidad de consolas y más, han estado subiendo. Y si no han subido hay plazos de entrega de seis meses para darle al consumidor lo solicitado, como ocurre con los automóviles nuevos.

Vía: TechSpot.