Marvel Studios lleva 10 años de éxito en éxito con los personajes de Marvel Comics cuyos derechos tiene para el cine. Sus responsables, especialmente el director del estudio, Kevin Feige, han demostrado que conocen la esencia de lo que hace funcionar a los personajes en los cómics, consiguiendo actualizarlos y hacerlos accesibles para un público que, mayoritariamente, jamás ha leído un cómic de la editorial.

Lo que empezó con Iron Man ha ido creciendo poco a poco, construyendo con cada nueva película un universo compartido como el de los cómics. A pesar de los agujeros de guion, todo lo acontecido en las distintas películas hasta la fecha va sumando, presentando personajes y situaciones que guardan relación, preparando el camino hacia Los Vengadores: La guerra del Infinito, en el que hilos argumentales dispersos se unen, contando una historia que se dejaba entrever en 2011 en Los Vengadores.

El pasado 27 de abril se estrenó La guerra del Infinito, la cual ha batido las marcas de recaudación en un fin de semana establecidas en 2015 por otra película Disney, El despertar de la Fuerza. La reacción del público ha sido mucho mejor que la de la crítica en páginas como Rotten Tomatoes, por lo que para muchos podrían empezar a preguntarse si la fórmula Marvel del éxito entre la crítica se está acabando. Para algunos, puede ser así.

Un universo demasiado grande

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La historia de la cinta es muy simple. Thanos, un alienígena muy poderoso, está embarcado en la búsqueda de las Gemas del Infinito, cada una de las cuales controla un aspecto fundamental de la existencia. Todas, salvo una, ya habían aparecido en otras películas Marvel, por lo que era solo cuestión de tiempo que Thanos, quien estaba más o menos al tanto de su localización, comenzase a hacerse con todas. Obviamente, esto no va ser fácil, ya que los héroes de la Tierra, así como los Guardianes de la Galaxia van a tratar de pararle.

Durante la película, los personajes se van encontrando y separando, según se va necesitando, lo que permite que muchos actores tengan su momento para lucirse, pero no todos. Algunas interacciones entre ellos son interesantes, mientras que en otras alguno de los actores eclipsa a los demás por su afán de protagonismo. Las separaciones y reencuentros sirven para hacer avanzar la historia e ir descubriendo las motivaciones de Thanos, quien, bien pensado, no es un villano acartonado y unidimensional, y cuyo plan para el universo tendría mucho sentido para una mente lógica, fría y absolutamente racional, desprovista de sentimientos.

Uno de los aciertos de la película es haberse desligado de una parte importante de la motivación que Thanos tenía en los cómics para hacerse con las Gemas del Infinito. Este cambio es lo suficientemente importante como para que no quedase estúpido en la gran pantalla. Además, el papel de Mefisto en los cómics es asumido, más o menos, por otro personaje.

La trama posee sus propias inconsistencias, las cuales parece que existen solo para mostrar batallas y un despliegue de efectos especiales. En ocasiones, y sin hacer comentarios para no destripar la película, es especialmente molesto, pues sin ellas la película habría sido más redonda, pero más corta. Muchísimo más corta.

La duración y la abundancia de tramas secundarias acaba pesando mucho llegada la segunda hora de la película, lo cual puede saturar a muchos espectadores, al igual que la gran cantidad de personajes en muchas escenas, los cuales se anulan entre ellos. Además, muchos están absolutamente desaprovechados, sentando en el banquillo a algunos de los más poderosos sin motivo. O quizá hay un motivo, el cual no sería otro que permitir que la prima donna tenga más espacio para lucirse.

Un reparto infinito

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La película tiene un reparto espectacular, encabezado por Robert Downey Jr., actor que acapara escenas y escenas de la cinta. Aunque su trabajo no es malo, y el actor tiene un innegable carisma, su afán de protagonismo eclipsa otras actuaciones, como la de Benedict Cumberbatch y Tom Holland, quienes le aguantan el tipo en las escenas que comparten, especialmente el primero, siendo más interesantes el Doctor Extraño y Spiderman que Tony Stark. Sin embargo, cansa un poco que acapare tanta atención su personaje, por mucho que sea la cara del Universo Marvel para muchos espectadores.

Dentro de los habituales de los Vengadores, hay actores absolutamente desaprovechados, como Elizabeth Olsen (Bruja Escarlata) y Paul Bettany (Visión), quienes solo tienen un instante para afianzar la relación de unos personajes que durante años fueron uno de los pilares de muchas formaciones de los Vengadores en los cómics. Es una pena cómo la historia se empeña en relegar a dos de los personajes más poderosos al banquillo, sin apenas escenas de peso. Lo mismo le pasa a Chadwick Boseman (Pantera Negra), Scarlet Johansson (Viuda Negra), Sebastian Stan (Soldado de Invierno), Anthony Mackie (Halcón), Don Cheadle (Máquina de Guerra) y algunos otros, lo que da pie a pensar que su falta de peso en esta cinta es porque tendrán un mayor protagonismo en la secuela.

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En cuanto a los Guardianes de la Galaxia, los actores siguen en la misma línea. No hay mucha diferencia en su caracterización entre sus películas y esta. Merece una mención especial Zoe Saldaña (Gamora), una buena actriz que por lo menos aquí tiene unos momentos para brillar con luz propia. Sin embargo, Chris Pratt (Star-Lord) se antoja más antipático que en las películas del grupo, actuando más como un adolescente sin dirección que como un héroe, aspecto más acentuado aquí que en las películas de James Gunn. Para muchos lectores de Marvel, entre los que me incluyo, esta diferencia de caracterización con respecto al Star-Lord de Abnett y Lanning es una fuente de consternación perpetua.

Chris Hemmsworth es un caso a parte. Por mucho que Thor: Ragnarok sea una película entretenida, al Dios del Trueno no le sienta nada bien ser un musculitos sin cerebro y gracioso, y más cuando ahora es el nuevo Padre de Todos de lo que queda de Asgard y el resto de los nueve mundos. La caracterización de la película de Taika Waititi se traslada a esta y, aunque sus escenas son entretenidas, sigue chirriando la caracterización. Tampoco aporta nada a la película lo patético que resulta Bruce Banner/Masa en pantalla, y que dista mucho de sus inicios en el universo cinematográfico Marvel.

Mención a parte merece Josh Brolin (Thanos). Quién iba a decir que el mayor de los Goonies iba a tener una carrera cinematográfica tan interesante, demostrando ser un gran actor. La captura de movimiento y de expresiones faciales del actor como Thanos están extraordinariamente bien hechas, captando momentos emotivos en su personaje a la perfección y logrando que, en ocasiones, te olvides de que es un personaje generado por ordenador. Además, en la versión original en inglés, la voz del actor le da al personaje mucha profundidad. Aunque tenga pocas interacciones que sean interesantes, las que mantiene con Zoe Saldaña son las que sirven para darle al personaje la profundidad que necesita, algo que Brolin consigue con creces. Siempre podrían haberlo hecho mejor, pero el trabajo es más que notable.

Entretenida, pero desigual

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Quien vaya al cine sin más propósito que pasarlo bien, disfrutará, especialmente los que no hayan leído los cómics. Los aficionados acérrimos de los cómics, es decir, aquellos que tienen estantes y estantes de cómics de la editorial, especialmente de sus orígenes al colapso de los 90, se pueden sentir un poco decepcionados. Es una película que tiene sus buenos momentos y actores buenos, pero cuya duración y cantidad de tramas y elementos que no tienen mucha lógica deslucen en comparación con otras del estudio.

Además, esta es solo la mitad de una película, por lo que muchos elementos no serán resueltos hasta el año que viene, cuando se estrene Los Vengadores 4. Tal vez entonces se puedan reconsiderar muchos elementos de esta cinta y volverla a evaluar. Más que nada, porque el reparto será un poco más pequeño y habrá más tiempo para centrarse en lo que siempre importa, que es una historia que no haga aguas en momentos importantes.

Puntuación

7.5

sobre 10