Nintendo debería de estar ultimando a estas alturas una nueva Switch, a la que me voy a referir como Switch 2. Se espera que mantenga un procesador de NVIDIA, pero con mejoras sustanciales para que la portátil estrella de Nintendo y sin competencia real en el mercado siga brillando con luz propia. Si algo ha demostrado el último Zelda es que su potencia ya no da para más. Pero lo importante es que los juegos de Switch sean utilizables en la Switch 2. Preguntada insistentemente por ello, Nintendo siempre es esquiva.

La consola podría lanzarse en 2024, siete años después que la Switch —tengo la sensación de que fue ayer—, y vuelta a preguntar por ello en una reunión de inversores, la respuesta ha vuelto a ser vaga. «Nuestra compañía quiere seguir ofreciendo formas únicas de jugar con su hardware integrado y el negocio de software, así que por favor estad atentos a las noticias».

Shuntaro Furukawa, el presidente de Nintendo, ha dicho que «en cuanto a la transición de la Switch a la máquina de nueva generación, queremos hacer todo lo posible porque sea una transición suave para nuestros clientes al utilizar la Cuenta Nintendo». Si Nintendo sigue usando un procesador de NVIDIA para la Switch no debería de haber especial problema para que (casi) todos los juegos fueran compatibles con la Switch 2, pero el salto de arquitectura que va a dar la consola es enorme.

La arquitectura del Tegra de la Switch es de bastante antes de 2017. La integración de núcleos de trazado de rayos y tensoriales debería ser obligatorio, sobre todo lo segundo para que la Switch 2 tuviera acceso a DLSS, que a FHD hace una gran labor visual. Si tuviera acceso a DLSS 3, sería la solución a los problemas de jugar con la Switch en el televisor. Lo que está claro es que la arquitectura del procesador de la Switch 2 va a ser muy diferente al de la Switch, y que inevitablemente va a haber juegos que se queden por el camino o que necesiten que los desarrolladores los actualicen, lo cual no siempre ocurrirá.

Vía: Ars Technica.