Activision e Infinity Ward van a continuar la saga de Call of Duty con un nuevo Modern Warfare, y estará disponible el 25 de octubre. La llegada de estos juegos son una ocasión perfecta para que Nvidia demuestre de lo que es capaz su tecnología de trazado de rayos, que últimamente ha perdido tracción —si es que en algún momento la ha tenido—. El juego implementará tanto DirectX Raytracing, pero también la tecnología de sombreado adaptable de la propia Nvidia.

Lo primero es la biblioteca genérica de Windows 10 de trazado de rayos, pero implementada por Nvidia como RTX en sus controladores. Y como el trazado de rayos es computacionalmente exigente, la implementación del sombreado adaptable es imprescindible para ganar algunos fotogramas por segundo y compensar el bajón que introduce DXR.

El sombreado adaptable es la creación de máscaras en los gráficos que se van a generar para indicar al motor de renderizado qué zonas pueden mostrarse con menor detalle para no perder tiempo generando toda la escena en alta calidad. Se hace por tanto mediante una tasa variable de sombreado (VRS). Esas máscaras las establecen los desarrolladores, y comenté en su día su funcionamiento en Wolfenstein II: The New Colossus, por lo que os remito allí si no sabéis de qué estoy hablando.

Nvidia también ha dejado caer que en el E3 habrá más noticias sobre el trazado de rayos, ya sea sobre mejoras en el rendimiento de la tecnología o su inclusión en más juegos. Ese «o» es el «o» lógico del español, que puede ser una cosa, la otra o ambas. Yo apuesto por ambas.

Vía: Nvidia.