Los procesadores Ryzen 7000 han llegado exprimiendo al máximo el proceso de 5 nm de TSMC, lo cual significa que funcionan a muy altas frecuencias. Como la relación frecuencia-consumo no es lineal, eso significa que a más frecuencia mucho más consumo y temperaturas mucho más altas. Lo normal es que funcionen a entre 90 y 95 grados centrígrados, recomendando AMD para estos modelos una refrigeración líquida. Pero quizás el problema esté en que ha querido mantener la compatibilidad con las refrigeraciones para el zócalo AM4 en el nuevo AM5, lo cual tiene sus consecuencias.

El procesador es más alto de lo que debería para los chips que lleva, lo cual implica más compuesto térmico y más grosor de la tapa. De hecho la tapa tiene 3.6 mm de grosor, pero reduciéndolo en 0.8 mm hace que un 7950X pase de funciona a 94-95 ºC, el máximo antes de que entre en limitación térmica, a unos 85-88 ºC. Además, se puede pasar de 5.1 GHz en todos los núcleos a 5.4 GHz con una temperatura de unos 91 ºC.

Para limar la tapa se necesita un bastidor especial en el que se fija el procesador, desarrollado por Roman 'der8auer' Hartung, quien es más comedido a la hora de hablar de la reducción de calor asegurando que se baja unos 6 ºC. También hay que adaptar la refrigeración para bajarla la distancia que se ha limado. Lo cual lleva a la pregunta de que está muy bien que las refrigeraciones sean compatibles entre zócalos diferentes, pero si eso significa que el procesador funcione a mucha más temperatura igual AMD tendría que haber buscado otras soluciones, como por ejemplo que el AM4 y el AM5 no fueran compatibles si no se usara adaptadores. Total, no creo que hubiera perjudicado mucho a las ventas.

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Vía: Tom's Hardware.