Vamos a estar hablando bastante de Windows 11 en los próximos meses porque Microsoft ha impuesto bastantes restricciones a qué equipos pueden actualizarse a esta versión. Se irá viendo si son requisitos que se puedan saltar de alguna forma como el del módulo de plataforma de confianza (TPM), pero hay uno que de momento no se podrá saltar para acceder a DirectStorage como es la tarjeta gráfica que se tenga en el equipo porque es un tema de controladores de AMD y NVIDIA. Esta carga avanzada desde el almacenamiento directamente a la tarjeta gráfica solo estará disponible para las tarjetas gráficas RTX 20, RTX 30 y Radeon RX 6000 (RDNA 2). Al menos de momento, como el hecho de que es exclusivo de Windows 11 —como DirectX 12 lo era de Windows 10, pero al final llegó a Windows 7—.

Eso es así porque son las únicas compatible con DirectX 12 Ultimate y el modelo de sombreado 6.0 de esta API gráfica. Afortunadamente parece que funcionará con PCIe 3.0, aunque no se sabe por ahora si habrá limitación mínima de velocidad para que funcione por lo que no me fiaría mucho de Microsoft en estos momentos. Las cosas buenas se dan rápido, pero la letra pequeña se da poco a poco. No está claro ahora mismo una letra pequeña que dice que se precisa una unidad con «controlador estándar NVMe». En versiones anteriores en inglés de los requisitos de Windows 11 aparecía que la SSD tiene que ser de al menos 1 TB para acceder a DirectStorage, lo cual sigue apareciendo en las traducciones a otros idiomas pero ya no en la de inglés.

DirectStorage funciona bajo la premisa de cargar los recursos directamente del almacenamiento del PC a la VRAM de la tarjeta gráfica, donde se guarda comprimida —sobre todo texturas— hasta que la GPU los necesite. La descompresión en la GPU es muchísimo más rápida que en la CPU del equipo y por tanto se ganará espacio en la VRAM y se eliminará el procesamiento de la CPU.