Microsoft tomó una decisión, fuertemente criticada, de abandonar el desarrollo de su navegador web Edge basado en su propio motor de renderizado. Más conocido como el proyecto Spartan, el Edge sustituto y actualmente más popular está basado en Chromium con todo lo que ello significa. Tiene acceso a más complementos, tiene actualizaciones más rápidas e integra las mismas características que Chrome, que era el objetivo de Microsoft.

El 9 de mayo era el momento en que Microsoft iba a dejar de dar asistencia al proyecto Spartan para centrarse únicamente en el Edge basado en Chromium. Pasada ya esa fecha, Microsoft planea la eliminación total y absoluta de Spartan de Windows 10 con las actualizaciones del próximo martes de parche para que parezca que nunca existió.

En parte Microsoft ha hecho una jugada de éxito porque el nuevo Edge, que para lo bueno y lo malo es como Chrome, ya tiene una cuota de uso del 3.4 % frente al 2.5 % que llegó a tener el proyecto Spartan. Tiene ventajas, como la sincronización automática entre equipos con Windows 10 de los datos del usuario, y no hay que instalar Chrome, por lo que te ahorras todo lo adicional que le mete Google —y que muchos miran con recelo considerándolo código espía—.

Pero en este proceso de defunción internet es menos variado y Google va a poder hacer y deshacer a su antojo en Chromium, llevando cualquier cambio a una cantidad mayor de equipos. Además, no todo lo que introduce Google en el proyecto Chromium o Chrome es bueno, como ciertos aspectos para reproducir contenido con derechos de autor que son propietarios y no de código abierto, que es lo que Mozilla ha criticado desde el principio. Menos diversidad significa menos innovación. Pero teniendo en cuenta que Firefox ya cuenta con solo en torno a un 3.8 % de cuota de usuarios, la innovación en los navegadores está cada vez más en peligro.

Vía: Ars Technica.