Apple ha tardado unos meses en presentar la renovación de los MacBook Pro con los procesadores de 8.ª generación de Intel para portátiles, y lo ha hecho ofreciendo el modelo de 15.6 pulgadas con un Core i7-8750H de base. No hay ningún problema con este procesador, ya que la refrigeración del MacBook Pro puede con ella —es uno de 45 W de potencia de diseño térmico (TDP), que no es lo mismo que consumo, y eso es importante—. Pero también lo ofrece con hasta un Core i9-8950HK.

Si bien este Core i9 es también de 45 W de TDP, su consumo es muy superior al del Core i7, lo que se traduce en calor generado —por aquello de la ley de la conservación de la energía—, y eso lleva a problemas de limitación térmica —muchas veces referido como thermal throttling, si bien ya sabéis que opino que en español todo se entiende mejor—. Esa limitación térmica hace que incluso el procesador no pueda mantener la frecuencia base de 2.9 GHz, y solo alcance los 4.8 GHz de turbo en momentos muy puntuales.

Por tanto, la mejora de rendimiento respecto al Core i7-8750H, o incluso al MacBook Pro de finales de 2016 o mediados de 2017, no sea tan perceptible. También se muestra en el siguiente vídeo de Dave Lee, un youtubero centrado en el mundo de los portátiles y que es de los pocos que veo, que la Radeon Pro 560X solo aporta una mejora discreta de rendimiento respecto a la Radeon Pro 560 del año pasado. En este caso del 9 % aproximadamente, si bien en otros análisis he visto que puede ser de hasta el 15 % en función de la carga de trabajo o juego probado.

Eso sí, Dave Lee criticó duramente a Apple por sus portátiles dos días antes de presentar el nuevo MacBook Pro, y como fan de sus productos anda bastante mosqueado con la compañía y se le nota en el vídeo.

Vídeo