Ha habido bastantes críticas en los últimos meses a que Apple se lo está tomando con mucha calma la renovación de los Macs, y eso incluía los rumores de que hasta otoño no renovaría los MacBook Pro. Como esto de la rumorología no es una ciencia, Apple ha anunciado la renovación de los MacBook Pro de 13 y 15 pulgadas con los últimos procesadores Coffee Lake de Intel. Tres meses antes de lo que los rumores aseguraban. O un mes y medio después de lo que otros rumores decían de que los renovaría a principios de junio. Según se mire.

Pero esta renovación no trae ninguna novedad interesante. El diseño de ambos portátiles se mantiene totalmente igual, sin engordar ni adelgazar un gramo. El modelo de 13 pulgadas tiene un tamaño de 304.1 mm × 212.4 mm × 14.9 mm y pesa 1.37 kg, que es el actual ultraportátil de la compañía. El de 15 pulgadas tiene un tamaño de 349.3 mm × 240.7 mm × 1.55 mm y un peso de 1.83 kg. Si bien Apple se ha quedado un poco atrás en el terreno del hardware con respecto a otras compañías, y tarda en actualizar sus equipos, el diseño de los MacBook pro sigue siendo para mi gusto el mejor.

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Los procesadores incluidos en el modelo con barra táctil parten del Core i5-8259U de cuatro núcleos u ocho hilos de ejecución en el modelo de 13 pulgadas —frente a los dos núcleos del modelo anterior—, el cual incluye un Iris Plus 655 con 128 MB de eDRAM, y tiene una pantalla de 13'' con resolución de 2560 × 1600 píxeles, que cubre la gama de color DCI-P3. Apple habla del doble de rendimiento en estos procesadores, en parte porque tienen más turbo y lo mantienen mejor, siendo igualmente de 28 W. El modelo más potente usa un Core i7-8559U que tiene un turbo de 4.5 GHz.

El de 15 pulgadas tiene una resolución de 2880 × 1800 píxeles, con una pantalla de 500 nits de brillo máximo, misma gama de color DCI-P3, e incluye un Core i7-8750H o un Core i9-8950HK con un turbo que llega a los 4.8 GHz. La mejora de rendimiento se sitúa en torno al 50 % gracias a ser procesadores de seis núcleos físicos o doce hilos de ejecución.

Cambia el tipo de memoria, actualizando a DDR4 de 2400 MHz, y para alegría de los profesionales, puede tener hasta 32 GB de memoria. Según el modelo, incluirá un mínimo de 256 GB o 512 GB de SSD de tipo PCIe 3.0 ×4. Los conectores se limitan en estos modelos a cuatro puertos Thunderbolt 3 y un conector de audio de 3.5 mm. El teclado con interruptores tipo mariposa de los portátiles ha sido revisado con una tercera generación, que espero que dé menos problemas que la anterior.

El modelo de 15 pulgadas puede incluir una Radeon Pro 555X o una Radeon Pro 560X, que tiene pinta de mejora mínima respecto a la Radeon Pro 560 del modelo de mediados de 2017, y que mantendría en torno a la potencia de 2 TFLOPS, algo por debajo de la RX 460. Con lo que, una vez más, Apple se quedaría bastante atrasado en el terreno de la potencia gráfica de sus portátiles, si bien sigue optando por AMD porque la API gráfica Metal 2 funciona extraordinariamente bien con las Radeon, y se nota en los juegos de Blizzard —de los pocos que usan Metal— si se compara en un hackintosh.

El precio del MacBook pro con un i7-8750H, 16 GB de DDR4, 256 GB de SSD y Radeon Pro 555X es de 2799 euros, mientras que el que incluye la Radeon Pro 560X, Core i7-8850H con 512 GB de SSD parte de los 3299 euros. Por otra parte, el MacBook Pro 13 con Touch Bar y Core i5-8259U con 8 GB de RAM y 256 GB de SSD parte de los 1999 euros, y el modelo más económico sin TouchBar y un Core i5 menos potente con una Iris Plus 640, 8 GB de RAM y 128 GB de SSD cuesta 1505.59 euros.