De momento no parece que en octubre vaya a haber un evento en torno a nuevos Mac (léase iMac Pro), y por eso Apple ha decidido distribuir ya la versión final de macOS denominada High Sierra. Se trata de una continuación de Sierra, y de ahí que el nombre no haya sido demasiado original. Pero bajo el capó incluye bastantes cambios interesantes que voy a repasar rápidamente.

La más importante es la llegada del sistema de ficheros de Apple (APFS). Es un nuevo sistema moderno que hace un uso extensivo de enlaces símbolicos a nivel del sistema operativo, pero también mejora enormemente la forma de almacenar la información. Esto permite además un mejor sistema de historial de cambios con Time Machine, que nunca viene mal.

Los cambios en las aplicaciones nativas son amplios, pero Safari es el que más cariño ha recibido por parte de Apple. Ahora va bastante rápido al abrir infinidad de pestañas a la vez y carga bastante menos la CPU, y también se ha actualizado el motor de renderizado WebKit a la última versión, y se ha mejorado la seguridad. La librería gráfica Metal 2 mejora sustancialmente lo creado con Metal, y ahora es mucho más parecido al funcionamiento de DX12 o Vulkan, pero con la marca Apple.

El más importante es la compatibilidad con tarjetas gráficas externas, que permite por ahora usar modelos Radeon RX de AMD. El sistema no está pulido, y Apple no espera que esté realmente listo para todos los usuarios hasta la primavera de 2018. AirPlay 2 o la inclusión de HEVC y el formato de imágenes HEIF —mayor compresión que JPEG— son otros de los cambios interesantes.

El análisis pormenorizado de las novedades de esta versión las podéis encontrar en Ars Technica. MacOS High Sierra no aparece como actualización en la App Store, sino que hay que descargarla manualmente de la tienda. Si tenéis instalado una partición Windows con Boot Camp, decid no a la conversión al sistema de ficheros APFS (por si acaso).