Google tiene dos frentes legales abiertos en la Unión Europea. El primero de ellos es de abuso de posición dominante por usar su buscador para promocionar otros de sus servicios, poniéndole la zancadilla a los de la competencia. El otro tiene que ver con la forma en que Google obliga a empaquetar aplicaciones en Android en un o todas o ninguna.

Esto significa que si un fabricante de un teléfono Android quiere que sus teléfonos tengan preinstalada la tienda Google Play Store, tiene que además preinstalar las aplicaciones de Gmail, YouTube o Maps, y además los servicios de localización de Google, y otros. A su vez, no se pueden preinstalar aplis similares a las que obliga a instalar. Esto se hace mediante la licencia Google Mobile Services, y aunque no está claro si la compañía recibe dinero a cambio de ella, es una zancadilla para dar visibilidad a las alternativas a los servicios de otras empresas.

Es algo similar a lo que ocurrió hace años con Microsoft y la preinstalación de Internet Explorer en Windows, que no daba la opción de utilizar otros navegadores. Como aquí en Europa sí se toman en serio las leyes antimonopolio (no como en EE. UU. que te puedes librar con grupos de presión o lobbies), la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, ha remitido a Google el pliego de cargos.

Ahora Google tiene tres meses para responder a todas las acusaciones, pero cuando la Comisión Europea llega a este punto es que está 100 % segura de que va a multar a la compañía investigada, independientemente de lo que le responda. En este caso la multa podría ascender hasta el 10 % de los ingresos de la compañía en 2015 a nivel mundial, o unos 6.500 millones de euros, y que se haga el pago de la multa por acuerdo con Google o recurriendo al Tribunal de Justicia de la Unión Europea dependerá de Google.