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La regulación de las inteligencias artificiales no está llegando todo lo rápido que deben. Incluso si la lerdocracia de la Unión Europea se pone medallas por ser la primera en regular las IA en su territorio, casi es una declaración de intenciones y no algo que vaya a la raíz del problema, entre lo cual está el entrenamiento de las IA con material protegido por derechos de autor. Al otro lado del charco, en EUA, la situación es que no parece que Biden quiera regularla, por lo que las empresas como The New York Times están recurriendo a los tribunales. En este caso, no solo porque ChatGPT/Copilot quiebren sus derechos de autor, sino también por desinformar, mentir y perjudicar la reputación del rotativo.

El culebrón de OpenAI, la empresa detrás de la revolucionaria inteligencia artificial generativa ChatGPT, ha llegado a su fin en apenas dos semanas. El consejo de administración despidió a Sam Altman, su director ejecutivo, sin decir el porqué, y su presidente dimitió en protesta. En apenas tres días el 95 % de los empleados dieron un ultimátum para que Altman regresara, mientras Microsoft fichaba a Altman para una división de IA. Pero el consejo se doblegó al ultimátum, por lo que Microsoft se quedaba compuesta y sin IA propia. Aunque al final hay final feliz para todos menos el consejo que dimitió en pleno.

Uno de los culebrones tecnológicos de los últimos días ha sido el de OpenAI y su expulsado director ejecutivo San Altman por parte del consejo de administración, junto Greg Brockman, presidente de la compañía, que dimitó como protesta. El viernes pasado fueron despedidos, durante el fin de semana empezó una revuelta que englobaba al 95 % de los empleados y el lunes dieron un ultimátum a la dirección: o los readmitían o se despedían. Ahora estamos a miércoles y tanto Altman como Brockman han sido reincorporados a sus puestos en la empresa.

Sam Altman es uno de los fundadores de OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT y que inicialmente recibió más de 1000 millones de fondos de todo tipo de inversores como Elon Musk. Pero desde 2019 ha sido el director ejecutivo de la compañía, con diversos encontronazos con el consejo de administración que terminó en su despido hace unos días, el 17 de noviembre. Entre otras cosas, se le acusó de malversación, aparte de ser un completo apático hacia el personal con el que tenía que trabajar.

Las empresas que están inmersas en el desarrollo de inteligencias artificiales generativas han echado un poco el freno al ver la que estaban a punto de liar a nivel global. Pero eso no significa que hayan dejado de lado lanzar nuevas versiones de sus IA, y en el caso de OpenAI y su IAG para imágenes, ya cuenta con una nueva versión, DALL-E 3. Es una versión que además tendrá próximamente integración con ChatGPT, por aquello de simplificar el uso de todas sus IA y aportar valor añadido.

Sam Altman, el fundador de OpenAI, está de gira por los países occidentales para hablar con los gobernantes sobre los beneficios y problemas que las inteligencias artificial (IA) llevan aparejados. Durante una comparecencia en el Congreso de los EUA, Altman dijo que las IA debían ser reguladas, haciéndola más exigente y estricta para las IA más avanzadas. Pero Altman quiere una regulación a la carta, algo que no proteja tan poco como suelen hacer las leyes estadounidenses y tampoco tanto como hacen las leyes eurounionistas.

Nadie sabe a ciencia cierta los problemas que van a acarrear las inteligencias artificiales avanzadas que empezaron a llegar hace apenas seis meses, pero incluso sus creadores están pidiendo que se regulen. Los que no piden que se regulen son los que no entienden su potencial dañino pero sí ven los pingües beneficios que les va a proporcionar De ello ha hablado Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI y creador de ChatGPT, en una comparecencia ante el subcomité judicial del Senado de los EUA.

El avance en inteligencia artificial está siendo tan rápido que realmente los investigadores no hay tenido tiempo de saber realmente cómo funcionan las redes neuronales que están creando. Lo cual se puede resumir a que están funcionando de pura suerte en base a la teoría y sin saber bien cómo funcionan en la práctica. Un artículo publicado por OpenAI, la creadora de la red neuronal GPT-4 usada en ChatGPT y la versión de IA de Bing. Las redes neuronales son actualmente una caja negra para los investigadores, que funciona porque le preguntas cosas y te da respuestas, pero no se sabe cómo funcionan internamente o cómo llegan a las decisiones que lleguan.

Google quería hacer un desarrollo de su inteligencia artificial generativa de manera pausada, pero GPT-3.5, la red neuronal que puso a ChatGPT en el foco de las noticias el pasado noviembre, ha hecho que acelere sus planes. Bard es la IA de Google, la cual se basa en la red neuronal PaLM, que no es tan buena como el actual GPT-4. Ahora llega una segunda versión de PaLM con la que Google promete una mejora enorme de Bard, lo cual podría situarla a la altura de ChatGPT.