La era de las unidades de estado sólido (SSD) como requisito mínimo para jugar está a punto de comenzar. Lo hace de la mano del cambio a SSD de las consolas de próxima generación, y es un cambio que ha tardado mucho en llegar teniendo en cuenta las ventajas en tiempos de carga y recursos de los juegos. De momento quien da un paso adelante en este terreno es Blizzard, ya que incluye como requisito mínimo una SSD para poder jugar adecuadamente a World of Warcraft en cuanto llegue la expansión Shadowlands el próximo 26-27 de octubre —según el país—.

Aunque ha bajado el precio por giga de las SSD, se mantiene sobre los 10 cts./GB mientras que en los discos duros está sobre los 2.5 cts./GB. El juego tras nosecuántos años ya tiene recursos que ocupan 100 GB, por lo que tampoco valdría instalarlo en una SSD típica de 250 GB que mucha gente compra para el sistema operativo, instalando los juegos en un disco duro. Se precisa básicamente de una SSD dedicada para juegos y almacenamiento en el equipo. Aunque, eso sí, de momento no ha dicho nadie que la beta del juego no vaya bien jugándolo desde un disco duro, por lo que quizás sea más un requisito de cara al futuro que uno inmediato.

Sea como sea, Blizzard también ha implementado trazado de rayos en tiempo real en su motor gráfico, sobre todo para el sistema de iluminación y reflejos que es lo menos exigente de esta tecnología de renderizado —mucho más lo es objetos translúcidos o iluminación global de partículas—. Los requisitos mínimos de procesador y gráfica son similares, un i5-3450 o FX 8300 y una GTX 760 o RX 560 con 4 GB de RAM, y los recomendados son un i7-6700K o Ryzen 7 2700X con una GTX 1080 o RX Vega 64 con 8 GB de RAM.

La era de las SSD como requisito mínimo en juegos no llegará realmente hasta que Microsoft no añada las partes menos específicas de la arquitectura Velocity de las próximas Xbox a Windows 10, que no creo que sea más allá de en algún momento de 2021.

Vía: WCCFTech.