Instagram cambió sus términos de uso del servicio y política de privacidad anteayer y consiguió levantar una gran polvareda entre los usuarios de la aplicación de fotos con filtro por excelencia. Y es que dieron a entender que empezarían a vender las fotos de los usuarios a terceros, sin compensar al autor de las mismas.

Mucha gente se empezó a dar de baja del servicio y a retirar sus fotos, y el cofundador de Instagram tuvo que salir a dar la cara y a dar marcha atrás. Vendida hace unos meses a Facebook por 1.000 millones de dólares, con los rumores de que llegaron a un acuerdo para su venta a Twitter por 525 millones semanas antes de cerrar al acuerdo con Zuckerberg, en las últimas semanas está dando mucho de lo que hablar.

Kevin Systrom, el cofundador, pidió disculpas a los usuarios. Los cambios realizados entrarán en vigor en treinta días, y antes de que lo haga tienen la firme intención de solventar dudas, aclarar errores y realizar todas las correcciones que sean necesarias. Por ello, van a revisar las parts conflictivas de la nueva política de privacidad y acuerdos de uso del servicio en los que se indicaba (claramente) que podían vender las fotos de los usuarios a terceros sin que estos recibieran compensación alguna. Alega que ha sido un fallo provocado por tener la idea de realizar ingresos de una publicidad innovadora. Claro, claro, Kevin, que sabemos leer.

Básicamente lo que pretenden es permitir a negocios que usen las fotos de perfil de los usuarios que les siguen para promocionarse. Lo que pretenden en el fondo es que no aparezcan banners de publicidad en la aplicación. También ha dicho que los derechos de copyright de las fotos seguirán en posesión de sus usuarios, y que no habrá cambios a la configuración de privacidad de las cuentas.

Bueno, este es un claro ejemplo de dos cosas. La primera, que las startups están sustentadas muchas veces sin un modelo de negocio claro. Si a estas alturas de la película es cuando Instagram tiene que buscar las formas de autofinanciarse lejos de los inversores (que cada vez tienen menos dinero que invertir, todo tiene un límite). Segundo, que si no llega a levantarse todo este revuelo, los cambios, clarísimos, sobre el acuerdo de uso y que venderían las fotos a terceros sin que el propietario recibiese compensación alguna habrían salido adelante.

Le daremos a Instagram el beneficio de la duda, y que todo haya sido una equivocación. Por el momento.