Puede haber épocas del año sin grandes lanzamientos pero con buenos juegos que llegan al mercado terminados, aunque con sus fallos. Lo puedo entender porque lanzar un juego exento de fallos no lo hace ni Nintendo, que es la que más mimo pone en sus juegos. Pero ya no es solo fallos, sino directamente falta de contenido, que es todavía peor por los precios que te piden por los juegos. Básicamente, 60 o 70 euros por dos tardes de juego con jugabilidad limitada. The Day Before es un título posapocalíptico que después de mucha expectación al final lo han cancelado cuatro días después de llegar a Steam en acceso anticipado.

Fntastic, el estudio detrás del juego, se ha disuelto y se emitirán reembolsos para quien lo solicite de las algo más de 200 000 copias del juego que aparentemente habían vendido a 40 dólares cada una. El estudio lanzó desde su fundación en 2015 otros juegos, cinco en total, siendo el anterior Propnight, otro que no estaba exento de problemas. Ambos siguen funcionando pero su futuro es incierto. Y esto demuestra que hay demasiada gente intentando sacar adelante proyectos por encima de sus posibilidades, aunque tampoco es que los últimos cuatro años hayan sido los mejores del mundo.

Pero es que en este año han llegado muchos juegos que no han cumplicado con las expectativas, que es lo malo de dejarse llevar por la publicidad de las editoras de videojuegos. O, para el caso, de cualquier productora del sector del entretenimiento, porque con las películas y series pasa igual. Lo que evidencia que hay un exceso de contenido generado y una falta de consumidores. Para poder destacar hay que tener un producto especialmente bueno y, sobre todo, realista en su desarrollo.

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Microsoft se ha llevado una buena parte de las tortas por los timos que se ha marcado este año. Sobre todo por Redfall, un timo falto de contenido tras lo cual la compañía optó por redoblar esfuerzos publicitarios con Starfall Starfield, que ha sido otro fiasco por lo mismo, falta de contenido. El primero parece que va remontando y el segundo ya se verá, pero lo que me pregunto es si no tendrán betatesteadores para que den su opinión sincera antes de ponerlos en el mercado. Aparentemente, no.

Otros juegos han llegado mal al mercado, con problemas de rendimiento. Starfield sin duda, pero también juegos como The Last Of Us parte 1 o Jedi: Survivor, aunque esto es así en muchos de los AAA que han llegado este año. Al final se centran tanto en los gráficos que se olvidan de la jugabilidad. Otros juegos como Diablo IV empezaron bien, pero entre una jugabilidad que flojea en las luchas contra jefes, hubo mucho tirón las primeras semanas pero luego ha vuelto a desaparecer del panorama. Cities: Skylines II es otro de esos títulos que apuntaban maneras pero que va a necesitar varios repasos de rendimiento.

La desaparición de estudios ha sido continua a lo largo del año, unos por falta de financiación y otros por lanzar fiascos. Por ejemplo, Luminous Productions, el responsable de otro gran fiasco de este 2023 llamado Forspoken, con una trama insulsa, mala jugabilidad, y que a Square Enix no le quedó más remedio que cerrar el estudio por el mojón que habían plantado en el mercado. Ni siquiera el reclamo de tener una mujer negra de protagonista, a lo cual le dieron mucho bombo, ha atraído a los jugadores. Si tienes que centrarte en el color de la piel para vender un juego, vamos mal. Pero tampoco es sorprendente, porque Square Enix tiene una larga lista de fiascos en su haber. Cuando saquen el juego de Blade a nadie le va a importar el color de su piel porque no es inclusividad forzada.

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Luego tienes los juegos cancelados durante el año, como el reciente The Last of Us Online, del que Naughty Dog parece que realizó la evaluación económica a más de la mitad del desarrollo del juego en lugar de al principio. Lo cual no me lo creo, y pienso que el motivo de la cancelación será otro, pero bueno, igual algún año nos enteramos del motivo real. Los retrasos en el lanzamiento de videojuegos ha sido la tónica general, pero siempre lo agradeceré. Prefiero que lleguen seis meses después que con un montón de fallos. Nintendo es lo que hizo con su último Zelda: Tears of the Kingdom, y el resultado ha sido muy bueno —aunque con algún fallo que otro, pero lo perdono—. Ha habido diversas cancelaciones en el desarrollo y cierres de juegos por falta de interés del público, como Evil Dead, Battlefield Mobile, Immortals Fenyx Rising 2, y alguno más.

El tema de los DLC caros y faltos de contenido también han sido habituales. Por ejemplo, el último de Total War: Warhammer III, llamado Shadows of Change, ha sido criticado por no valer los 25 euros que piden por él. En el caso de los DLC soy más permisivo si el juego base está bien porque ante el vicio de pedir está la virtud de no dar… y de buscarte tiendas de claves, o simplemente esperar a que los bajen. Los DLC no me suelen interesar, salvo ciertos muy concretos que realmente estén baratos o que aporten mucho valor al juego, y no solo un par de armas, aspectos y poco más. O sea, contenido real y misiones es lo que busco.

Pero eso ya lleva a lo de Total War Pharaoh, un juego que lleva un par de meses en el mercado y al que Creative Assembly ha tenido que recortar su precio. Ante las críticas de falta de contenido la compañía ha decidido bajar el PVPR de 60 euros a 40 euros, haciendo un reembolso. Que es un «vamos a lanzarlo así, a ver si cuela». Y al final no cuela y te llevas las tortas de la comunidad, que afectan a tus ventas y a tu reputación. Todos lo estamos pasando mal con la crisis y lo revuelto que está todo, pero tampoco es como para pedir 60 euros por un juego vacío.

Me he dejado muchos otros ejemplos de malos juegos publicados este año, porque el lanzamiento anual de videojuegos se ha disparado en la última década hasta superar los más de diez mil por año, y afecta tanto a los indis como a los AAA y todo lo que hay entre medias. No creo que haya suficientes jugones para tanto juego, porque al final todos se concentran en un centenar o menos. Pero el sector está claramente sacando más juegos que demanda real hay, y al final el público es más exigente y no cuelan estas tácticas de sacar juegos a medias o faltos de contenido. Pero no ha sido un año especialmente bueno para las grandes editoras, aunque también haya dejado muy buenos juegos.