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Hay muchas compañías con supercomputadoras, pero su uso, por el coste que tienen, suele estar compartidos con distintos tipos de cómputo aunque los de inteligencia artificial estén de moda. OpenAI, que por ahora es el contendiente fuerte en el terreno de la inteligencia artificial generativa (IAG), ha comentado su intención de invertir en crear un centro de datos muy grande para su entrenar y ejecutar sus IAG. Ahora hay un rumor mucho más concreto que apunta a que, junto a Microsoft, estaría planeando una inversión de 100 000 M$ en una supercomputadora exclusiva para IA.

Elon Musk es bastante claro con su opinión sobre las inteligencias artificiales en general: son útiles para la humanidad, pero hay que controlarlas estrechamente. No descarta que en un futuro cobren consciencia de sí mismas. Pero en esa utilidad práctica que tienen, Musk fue de los primeros en financiar OpenAI de su propio bolsillo con ciertas promesas. Creía en Altman y en su objetivo de crear una IA que buscara el bien de la humanidad, así como en OpenAI, una empresa sin ánimo de lucro. Pero años después, y tras crear OpenAI una empresa con la que lucrarse, Musk ha demandado a Altman y OpenAI por romper su promesa y sus objetivos fundacionales.

OpenAI es probablemente la empresa que tiene el método más avanzado de entrenar inteligencias artificiales pero está demostrándolo poco a poco, producto a producto. Ahora ha anunciado Sora, una IAG que permite recibir solicitudes de texto, ya sean poco o muy detalladas, y las tansforma en vídeos. En la página web de Sora se puede encontrar diversos ejemplos con los que OpenAI quiere demostrar que este sector también es uno en el que su LLM es relevante.

OpenAI se prepara para el lanzamiento de ChatGPT 5, una revolución en la inteligencia artificial del conocido chatbot, aunque la fecha exacta de lanzamiento aún no se ha confirmado. El sucesor de la actual versión ChatGPT 4 es un modelo de IA muy esperado que promete revolucionar el panorama de la inteligencia artificial con su comprensión avanzada del lenguaje natural y sus capacidades de conversación contextual.

OpenAI está embarcada en un proceso de reducción de costes, lo cual pasa por eliminar su dependencia de las aceleradoras de NVIDIA, que se pagan especialmente caras. Como muchas otras empresas han hecho antes que ella, Sam Altman, su director ejecutivo, tendría puesta la mirada en el diseño de chips propios, afinados al algoritmo de entrenamiento que utiliza la compañía. Pero para conseguirlo necesitaría algunos socios, que es en lo que Altman estaría implicado ahora mismo.

La lucha entre propietarios de derechos de autor y las empresas de inteligencia artificial se va a intensificar durante 2024. El año pasado empezaron a llegar multitud de demandas a OpenAI o Google por un uso sin permiso de novelas y otro material para entrenar sus inteligencias artificiales generativas, como Bard o ChatGPT. Son autores de renombre, como George R. R. Martin. El problema de fondo es que las IA han salido del entorno académico al comercial, y eso significa que ha dejado de ser un uso justo de material protegido por derechos de autor.

La regulación de las inteligencias artificiales no está llegando todo lo rápido que deben. Incluso si la lerdocracia de la Unión Europea se pone medallas por ser la primera en regular las IA en su territorio, casi es una declaración de intenciones y no algo que vaya a la raíz del problema, entre lo cual está el entrenamiento de las IA con material protegido por derechos de autor. Al otro lado del charco, en EUA, la situación es que no parece que Biden quiera regularla, por lo que las empresas como The New York Times están recurriendo a los tribunales. En este caso, no solo porque ChatGPT/Copilot quiebren sus derechos de autor, sino también por desinformar, mentir y perjudicar la reputación del rotativo.

El culebrón de OpenAI, la empresa detrás de la revolucionaria inteligencia artificial generativa ChatGPT, ha llegado a su fin en apenas dos semanas. El consejo de administración despidió a Sam Altman, su director ejecutivo, sin decir el porqué, y su presidente dimitió en protesta. En apenas tres días el 95 % de los empleados dieron un ultimátum para que Altman regresara, mientras Microsoft fichaba a Altman para una división de IA. Pero el consejo se doblegó al ultimátum, por lo que Microsoft se quedaba compuesta y sin IA propia. Aunque al final hay final feliz para todos menos el consejo que dimitió en pleno.

Uno de los culebrones tecnológicos de los últimos días ha sido el de OpenAI y su expulsado director ejecutivo San Altman por parte del consejo de administración, junto Greg Brockman, presidente de la compañía, que dimitó como protesta. El viernes pasado fueron despedidos, durante el fin de semana empezó una revuelta que englobaba al 95 % de los empleados y el lunes dieron un ultimátum a la dirección: o los readmitían o se despedían. Ahora estamos a miércoles y tanto Altman como Brockman han sido reincorporados a sus puestos en la empresa.

Sam Altman es uno de los fundadores de OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT y que inicialmente recibió más de 1000 millones de fondos de todo tipo de inversores como Elon Musk. Pero desde 2019 ha sido el director ejecutivo de la compañía, con diversos encontronazos con el consejo de administración que terminó en su despido hace unos días, el 17 de noviembre. Entre otras cosas, se le acusó de malversación, aparte de ser un completo apático hacia el personal con el que tenía que trabajar.